La presidenta de la Junta dio el pasado lunes el Pregón de la Montaña, convocando las inevitables elecciones autonómicas por tres motivos, que sonaban al himno de Andalucía. "Por Andalucía libre, España y la Humanidad". Se le achaca tactismo en la convocatoria, que es como reprochar a los pájaros que vuelen y se plantea la contienda como la penúltima oportunidad de acabar con cuarenta años de gobierno del PSOE en Andalucía.

Cuarenta años y cien mil millones de euros de fondos europeos, además de otros esfuerzos, no han servido para sacar a Andalucía de la sima del paro y la desigualdad. Y cuando uno le da la vuelta a los bonitos recursos propagandísticos de la Junta, se ve el cartón de las listas de espera maquilladas, de los hospitales a lo Potemkin, de los colegios en naves prefabricadas, de las ayudas de las que nunca se supo, de los cursos de meter la mano en la cartera, del putiferio y de la eterna excusa.

Le han dado la vuelta ya a la lista de herencias recibidas y, aplicando la lógica de una novela de detectives, si ya no quedan más culpables, amigo, el culpable es usted.

Quedan dos meses que nos contarán que no fueron ellos de lo malo y que se pongan la medalla exclusiva de lo bueno, en ese lenguaje común de la política hoy en día, en el que un meme vale más que mil ideas, prodigio de creatividad que sólo enardece a los propios. Como en las pelis de vaqueros, ajustadas al canon del género, nos queda ver duelos al sol, salidas del salón, bofetadas de puño que no toca cara, disparos de fogueo y que sólo el bueno quede en pie.

El problema es que el bueno es el votante, y éste, sabiéndose ya la película, lo tienen tumbado.