La magia consiste en que la gente esté mirando para otro lado. Por ejemplo, obsesionados con los robots que suplantan a los humanos, avanza sobre nosotros el algoritmo, que poco a poco va siendo la solución para todo. Cualquier asunto organizativo, productivo, de comunicación, manejo de información, toma de decisiones, análisis, programación y pronóstico de lo que sea tiene solución con un algoritmo. Puesto que, al final, si metiéramos todos los imputs precisos la vida en general y cada vida en particular viene explicada por un algoritmo, y también la vida del universo, ya se ve hacia donde vamos, al viejo asunto de la unificación de teología, filosofía y matemáticas. Así que o el Vaticano se transforma en un centro de computación o sus ocupantes se quedarán sin empleo, incapaces de hacer frente a la competencia del algoritmo. Encima el algoritmo no necesita pruebas de su existencia.