Los abogados celebramos esta semana los actos patronales en honor a Santa Teresa de Jesús, que comenzaron el lunes en Ronda y acabarán el domingo con una misa en la iglesia de Los Mártires y con la posterior copa de compañeros en el hotel Miramar, que tanto recuerdos nos trae a todos los operadores jurídicos de esta provincia y que ahora nos sirve como punto de encuentro para charlar y pasar un buen rato distendido, sin togas.

Hoy, en el auditorio Edgar Neville de la Diputación, tiene lugar el acto central, en el que jurarán sus cargos un nutrido grupo de nuevos letrados y homenajearemos a los compañeros que celebran sus bodas de oro y de plata con el Colegio de Abogados de Málaga, es decir, los que suman 50 y 25 años colegiados, respectivamente.

Emilio Alcázar López, José Calle Serrano, Pedro Luis Martínez Casto, Juan Ignacio Naranjo Ruiz, Jacobo Fenech Fernández de Quincoces, Miguel Ángel Peláez González, Francisco Javier García Mendoza, Andrés Manuel Peralta de las Heras, Sentob Bendodo Cohen y Salvador Marina Benítez bien merecen una mención especial después de medio siglo ejerciendo la Abogacía.

Todos ellos son un referente en el ejercicio de nuestra noble profesión y nos deben guiar para que no se pierdan las buenas formas que siempre han caracterizado a los abogados.

Me considero una persona inconformista. Accedí al Decanato con la intención de cambiar las cosas, pero también estoy convencido de que las tradiciones no deben perderse, máxime cuando estamos hablando de una institución que acumula 242 años de historia. Cabe recordar que el Colegio de Abogados de Málaga se fundó precisamente en Los Mártires en el año 1776 -en la iglesia hay una placa que rememora la efeméride-. A los nuevos abogados siempre les digo que hay que mantener los viejos ritos en los nuevos tiempos.

En este contexto, hoy celebramos nuestros actos patronales con todo el cariño hacia los diez compañeros que cumplen 50 años de colegiación y hacia los 166 que celebran su 25 aniversario como abogados. Todavía en esta promoción, que corresponde a al año 1993, hay más hombres que mujeres (67 abogadas y 99 abogados), si bien en las juras ocurre justo lo contrario desde hace ya bastante tiempo.

Mucho ha cambiado la profesión en todo este tiempo, evidentemente más desde 1968 que desde 1993, pero todos los compañeros coinciden en que echan de menos un mayor respeto a los abogados. Hacer valer la dignidad de la toga es uno de los caballos de batalla de las dos juntas de gobierno que he tenido el privilegio de encabezar desde que llegué al Decanato hace ya seis años y, aunque hemos avanzado en algunos asuntos, es cierto que queda camino por recorrer.

No obstante, más allá del papel institucional que desempeña el Colegio para dignificar nuestra profesión, considero que el respeto a la toga debemos defenderlo cada uno de nosotros, sin permitir que nadie, por supuesto ningún otro operador jurídico, menoscabe nuestro papel en el sistema.

Los abogados somos indispensables para que funcione el Estado de Derecho, y por eso la propia Constitución Española se refiere a nuestra profesión nada más y nada menos que en el ámbito de los derechos fundamentales. Sin letrados que garanticen la tutela judicial efectiva a todos los ciudadanos no existe el Estado de Derecho y, me atrevo a decir, no es posible la Democracia.

También esta semana tiene lugar el 14º Congreso Jurídico de la Abogacía ICAMALAGA, que se inaugura mañana en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga con la participación del presidente de la Audiencia Nacional, entre otras autoridades. Esperamos a más de 1.700 profesionales que, llegados de toda España e incluso del extranjero, van a cerrar sus despachos para mejorar su formación y ofrecer un servicio de mayor calidad a sus clientes. Merecen mi respeto y mi agradecimiento, como los compañeros a los que hoy homenajeamos en nuestros actos patronales.