Los últimos días han sido particularmente desgraciados para quienes amamos al fútbol porque las noticias que han aparecido nos han dejado un amargor que no se va con facilidad. Sabemos que cuando llega el dinero, como lleva décadas haciéndolo en el balompié, es más fácil que algunos buitres se acerquen a ver qué le pueden sacar de provecho, pero no por esperado deja de extrañarnos.

Así, ha habido dos escándalos que, aunque son todavía supuestos, porque la presunción de inocencia es lo primero y solo las pruebas pueden llevar a decidir condenar a los culpables, en su caso, han explosionado en la cara del fútbol europeo.

El primero, la denuncia de un «informador» a la UEFA sobre la intención (aún no se sabe si lo hizo o no) de un directivo del Estrella Roja de Belgrado, uno de los grandes de los Balcanes y campeón de Europa en 1991, contra el Olympique de Marsella (que casualmente fue desposeído de su título de campeón de Francia dos años después por... corrupción), de apostar cinco millones de euros a la derrota de su propio equipo por cinco goles contra el Paris-Saint-Germain.

En efecto, el PSG ganó por 6-1, con algunos goles espléndidos y solo parecía una gran noche parisina. Sin embargo, esa denuncia se hizo algunos días antes del partido y la UEFA advirtió a las autoridades galas de ese posible amaño que, obviamente, debería tener algún apoyo en jugadores del equipo serbio.

Por ello, la Fiscalía financiera nacional desplegó medios y personal y algunos expertos estuvieron presentes en el partido, con tal de intentar averiguar si las actuaciones de los jugadores del Estrella Roja pudieran ser investigadas. De momento, lo que se sabe es que se ha abierto expediente por la fiscalía francesa y será ella la encargada de llevar a cabo la instrucción, aunque la UEFA también estará al tanto, por si existe la necesidad de sancionar deportivamente a quien hubiera podido cometer un hecho sancionable por el Código Disciplinario de la misma.

El club serbio se ha apresurado a decir que nada tiene que ver y que está limpio como la patena y a indicar, lo que es absolutamente cierto, que con los medios tecnológicos actuales, unas apuestas de ese calibre y con ese margen de resultado, se pueden conocer y denunciar. Y es así, porque las distintas compañías que controlan las apuestas (legales, porque lo otro es un submundo) tienen mecanismos que diseccionan las fluctuaciones, los resultados, las apuestas extrañas y todo tipo de criterios que puedan llevar a sospechar de un amaño.

Los serbios dicen que fue algún enemigo que quiere desprestigiarlos y que el supuesto encuentro (también indicado por el «informador») entre ese dirigente del club y el presidente del PSG no se llevó a cabo, por lo que todo es una infamia. No sé si es así o no, pero ni los franceses ni la UEFA van a dejar de investigar y, conociéndolo de primera mano, es muy difícil escapar a los exámenes previos y durante los encuentros.

Por lo tanto, dejémoslo ahí y esperemos los resultados pero resulta intranquilizador ver que partidos de la Champions League están, aunque fuera incierto al final, en el ojo del huracán amañador.

El otro gran caso es, otra vez, el de clubes belgas. Ya ha ocurrido en varias ocasiones y la más reciente en 2012, con sentencias a agentes, dirigentes y hasta a abogados...

Ahora, de nuevo, los belgas se ven involucrados y 19 personas han sido interrogadas, de las cuales, nueve estuvieron en prisión preventiva, cuatro agentes y una esposa de uno de ellos, un árbitro, un abogado y el presidente y el director financiero del KV Malinas, el club más implicado.

Se trataría de partidos de final de la temporada pasada donde algunos resultados hicieron mantenerse o descender a determinados equipos. Este caso parece más serio que el del Estrella Roja, porque se trata de amaño, corrupción y blanqueo de capitales, toda una panoplia de delitos que se llevan investigando desde hace más de un año. Los belgas, muy serios ellos para muchas cosas, parece que tienen en el fútbol (con varios escándalos y condenas en los últimos años) un agujero negro.

Los espectadores y los patrocinadores pueden ir disminuyendo si la credibilidad desaparece, por lo que habrá que seguir persiguiendo y condenando. Como ya empieza el (relativo) frío, recomiendo una novela para recogerse en el salón, «Fractura», de Andrés Neuman.