Y vuelta al metro. La Junta de Andalucía ha dado luz verde, o lo que es lo mismo, ha otorgado sus bendiciones para contratar las obras del tranvía al Civil. Un error con los que engrosar la larga lista del ejecutivo andaluz con Málaga. Va a tener razón el alcalde cuando se queja de la falta de cariño del gobierno autonómico con nuestra ciudad.

Decir falta de cariño es ser más que generosos. Puede faltar el cariño pero haber afecto, respeto o consideración. Cuando falta cariño es que algo hay, aunque insuficiente. Como en las relaciones de pareja cuando se pierde el amor y queda el cariño.

Pero la relación conyugal entre Junta de Andalucía y Málaga es tortuosa, toxica como dirían los psicólogos. Nunca hubo amor y por tanto el cariño es nulo. Es como si obligáramos a convivir a dos personas cuando una odia a la otra. Y Málaga es la odiada por el gobierno andaluz, por éste y por los anteriores.

Con nuestra ciudad ocurre lo indeseable, lo que nunca debe haber ni en esta relación de pareja que mantenemos con la Junta de Andalucía ni en ninguna otra: el maltrato. Basta mirar nuestra ciudad a vista de pájaro y ver como las inacabadas obras del metro han convertido parte de nuestro centro en un desolador cuadro que se asemeja al Sarajevo de los años noventa. Nada justifica los retrasos ni el tener las arterias principales de nuestra ciudad abiertas en canal durante años. Nada, por mucho que los dirigentes autonómicos agachen la cabeza. Agachar la cabeza no es suficiente, eso lo hacen los niños cuando se les regaña por sus errores. Estos ni son niños ni lo suyo es una equivocación. Sabían lo que hacían y porqué lo hacían.

No hay actitud más chulesca que sacar cabeza cuando puteas al prójimo. Esta semana el gobierno de Susana Díaz vuelve a sacar cabeza con la misma chulería que lo ha venido haciendo cada uno de los días, minutos y segundos que han retrasado el metro por la Alameda, Carretera Cádiz, Perchel, etc. Esta vez no van a abrir en canal Eugenio Gros, no, sencillamente lo van a condenar con un tranvía que los vecinos rechazan. No se entiende que el metro pretenda la movilidad de los ciudadanos, y son estos mismos quienes consideran que el trazado en superficie perjudica su movilidad, su convivencia y su configuración de barrio. No tiene sentido hacer una obra que rechazan aquellos a los que se supone quieres beneficiar. Ese es el cariño que la Junta de Andalucía dispensa a los malagueños, un amor tóxico, que no es amor, una relación imposible por el sectarismo de San Telmo hacia una ciudad que no gobierna el socialismo andaluz. O mía o de nadie, frase lapidaria que habría que desterrar del lenguaje, salvo que nos quieran volver a destrozar la ciudad, esta vez no con un metro, sino con un tranvía.