Cada vez que va llegando fin de mes y estoy tieso me largo a Benahavís. Me cuesta un pico la gasolina y hasta me roban en el peaje de la AP-7 pero merece la pena gastar los últimos cuartos disponibles en respirar riqueza. Es mejor que respirar polución o sobaquina.

Benahavís es el municipio con la renta más alta de la provincia de Málaga, lo cual reconforta. Aunque la verdad es que reconforta más si vives allí y eres rico, mismamente. Si no, pues respiras riqueza. Paseas y ves a un rico, sigues paseando y ves a otro. Una vez vi cómo se le caía el billetamen a una chica por los bolsillos. Y a un perro atado con longaniza. Un perro elegante, claro. Un pastor alemán esbelto y con abrigo. Ricos. Imaginas a muchos más, bañándose en sus piscinas privadas, durmiendo en camas con cabeceras de oro, ejércitándose en sus lujosos gimnasios, jugando al golf. Yo es que es pisar Benahavís y si no la renta sí me sube enseguida la autoestima y el colesterol bueno, un colesterol como de oro líquido que engrasara las arterias y la imaginación. Más de 28.000 trompos por cabeza y año de renta en tal lugar, famoso por sus casas blancas, sus muchos y muy buenos restaurantes y sus urbanizaciones de lujo. Benahavís para el que se lo trabaja. Benahavisear era un verbo que utilizábamos hace muchos años un grupo de amigos y yo. Quería decir ir a cenar allí. Desde Marbella, donde viviamos. Sabados noche. A La sarten o al Lindaraja. A La escalera o a Los abanicos. Y bajar después en un estado cercano a la euforia por mor del entrecotte y el Rioja. Ahora son tiempos diferentes. Tiempo de sushi, Ribera del Duero y poca euforia que está la Guardia Civil en la cuesta de entrada (o salida) al pueblo y te pueden crujir. Y si no eres rico, por mucho que hayas respirado riqueza en tu estancia en el municipio te puedes hacer un roto en el bolsillo. Rotos deben estar en Almáchar, en el otro extremo de la provincia, casi, y de la renta. 12.000 euros por testa y año. Una miseria. Sin embargo, un pueblo bellísimo y lleno de encanto. También. Un pueblo con guarismos económicos que podrían sugerir a cualquiera las más ácidas críticas a las políticas económicas actuales. Pero no nos metamos en honduras. Ni en Panamá. Las estadísticas son injustas, la vida va por otro lado y un rico no hace verano. Todos a Benahavís, a ver si se nos pega algo. Al bolsillo. O a Almáchar, ajoblanco en las alforjas.