Enrocarse consiste en mantener una posición sin moverse de ella, una estrategia de resistencia. Italia se ha enrocado con sus presupuestos frente a la Comisión Europea, y ésta no puede ceder, pues si pierde autoridad en la disciplina económica no acaba sólo ésta, sino Europa. Ahora bien, ese pulso debe situarse en el escenario electoral, pues a fines de mayo hay elecciones al Parlamento Europeo. Existen otros pulsos trabados, como el que la Comisión sostiene con Polonia (por su control del poder judicial) y con Hungría (por la política migratoria). Y luego está el brexit, que abrió una gran brecha en el casco. No está en juego, por tanto, saber quién manda en Europa, sino si Europa manda o no manda, o sea, si es o no es. Si las urnas debilitan las posiciones que mantiene la Comisión, será un nuevo paso en un proceso en marcha: la deconstrucción de Europa, con Putin y Trump jaleándola.