Me parece que el partido Barça-Madrid del próximo domingo, en ese horario tan pro-chino como antifutbolero, no está despertando entre culés y merengues en particular, y aficionados al fútbol en general, la misma pasión un tanto cargante que en las últimas temporadas. No estoy hablando de la triste época marcada por la dictadura de Mourinho en el banquillo del Madrid, sino de la era Luis Enrique-Zidane-Valverde. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué todo parece más calmado? ¿Por qué un partido de fútbol tan grande como el Barça-Madrid se percibe sólo como un gran partido, y no como una cuestión de vida o muerte (o incluso algo más importante que eso, como decía Bill Shankly) y un motivo para llenar de mal rollo las tertulias futboleras de los bares? La razón de esta bendita calma es que Messi y Ronaldo no estarán en el Camp Nou, uno por lesión y otro porque emigró a la Juve en busca de más pasta, menos líos con Hacienda, más cariño de la grada, menos comparaciones con Messi, más retos, menos ocasiones para coincidir con Florentino Pérez o quién sabe qué. Sin Messi, los culés tragan saliva. Sin Ronaldo, los merengues bajan la voz. Todos preferimos ver a Messi y Ronaldo frente a frente, pero bienvenida sea su ausencia si con ello conseguimos que el llamado «clásico» no se convierta en un guirigay digno de Sálvame. A lo largo de estas últimas temporadas nos han intentado convencer de que el partido Barça-Madrid debe prepararse con gritos y mala educación por parte de los aficionados. Y eso, la verdad, es un poco ridículo. Al parecer, el filósofo Ludwig Wittgenstein amenazó en una ocasión al también filósofo Karl Popper con un atizador durante una disputa acerca de las normas morales en el Cambridge Moral Sciencie Club. Dos filósofos y un atizador. Los autores del Tractatus Logico-Philosophicus y de La lógica de la investigación científica a punto de llegar al atizador en Cambridge por culpa de la moral. Un pelín ridículo, ¿no? Pues no hay tanta diferencia entre un Wittgenstein y un Popper en un debate filosófico en Cambridge y un culé y un merengue en un debate futbolero en un bar. La filosofía y el fútbol tienen muchos puntos en común, que se desvanecen en cuanto entra en escena un atizador o un energúmeno como Tomás Roncero. La ausencia de Messi y Ronaldo tiene el mismo alcance en el partido del domingo que prohibir hablar de normas morales en Cambridge cuando están presentes Wittgenstein y Popper. Lo ideal sería que dos grandes futbolistas como Messi y Ronaldo siguieran viéndose las caras en un Barça-Madrid sin que la peste de los Ronceros, Chiringuitos de jugones y demás perversiones futboleras nos hicieran sentir vergüenza ajena, y sería fantástico que dos grandes filósofos como Wittgenstein y Popper se enfrenaran en Cambridge sin que ninguno de los dos tuviera que recurrir al atizador. Pero ya que los Ronceros y los atizadores son inevitables, bienvenidas sean las ausencias de Messi, de Ronaldo y del debate filosófico en Cambridge. A todos los futboleros nos encanta el partido Barça-Madrid y el debate filosófico, pero no hay que volverse locos. El fútbol es fútbol, y la filosofía es filosofía. Casi como decía Carl Sagan, el universo no fue hecho a la medida del partido Barça-Madrid en el Camp Nou ni del debate filosófico en Cambridge. El universo tampoco les es hostil. Es indiferente. Pasemos, pues, un buen rato con el Barça-Madrid en horario chino, y dejemos tranquilo el atizador. El universo pasa de nosotros.