'Con la música a otra parte', por Mara Rubio Ponce

Empiezan a sonar los primeros acordes y a los vecinos de plaza de Félix Sáenz se les ponen los vellos de punta. El problema es que no es de emoción, es que son las 10 de la mañana y los pelos se les ponen como escarpias de sentir las notas del primer tema que escucharán en bucle, dentro de un repertorio de 7 ó 8 canciones, durante las próximas dos, tres horas y las que caigan por la tarde.

Me encanta la música, al igual que a mis compañeros de trabajo, y estoy segura de que al resto de vecinos y trabajadores de la zona también; pero cuando te la imponen, cuando pasa a ser una tortura, cuando día tras día siempre escuchas las mismas canciones una y otra vez, con uno buenos baffles, ay! amigo, eso es otro tema.

Tengo la suerte de tener la oficina en uno de los quince puntos autorizados por el Ayuntamiento para que los músicos callejeros compartan su talento con el resto de viandantes. Y está muy bien, los artistas tienen que tener su hueco, el sol sale para todos, pero ahora que nos recomiendan hablar bajito... creo que deberían darle una vuelta al enfoque de "la banda sonora" del centro de Málaga. No es viable, ni justo, si me apuras, ni saludable, que esté permitido que todos los días, a la misma hora llegue un dúo de arpa y flauta travesera con su buen amplificador a interpretar versiones instrumentales de canciones de toda la vida, una y otra vez, sin fin, random, en bucle, non stop, las siete mismas canciones€porque cuando los agudos del Hijo de la Luna, tocado en riguroso directo con el flautín, son captados con emoción por los móviles de los turistas para compartir en sus redes sociales, esos mismos agudos, que ellos captan en 1 minuto y siguen caminando, esos agudos, los escuchamos los trabajadores y vecinos de la zona una media de cinco veces en esa misma mañana.

Me han contado que un centro estético situado en la plaza pierde clientes en tratamientos en los que lo ideal es estar relajado porque mientras que suena una flauta melódica versionando, a toda pastilla, lo mejor del raggaetón no hay mente capaz de encontrar la paz para recibir un masaje, ni para darlo. La propietaria de una tienda de toda la vida de la zona, se acerca de vez en cuando, con la misma carita que mi perro me pide salir de paseo, a preguntarles cuánto tiempo les queda para cambiar de sitio. Hay un vecino nonagenario desesperado, están recogiendo firmas, también tienen alguna lona reivindicativa colgando de un balcón... y así, unos y otros lo llevamos lo mejor posible.

Esta claro que es una preocupación del primer mundo... pobres, que están a gusto en casa, o trabajando en una oficina con vistas y su problema es escuchar una versión de Imagine de John Lennon 30 veces en la semana... Imagine, Imagine eso es lo que pido que se imaginen lo que puede ser una vez que siguen multiplicando: días, semanas, meses, años... hay canciones a las que nunca más en la vida daremos al play en una lista de reproducción después de esta experiencia.

Autoridades, busquen soluciones, rotación obligatoria de músicos, días alternos entre las ubicaciones, controlen los decibelios, hagan algo que traiga el bienestar a los vecinos o que se vayan con la música a otra parte.