En los últimos años los aficionados al deporte malagueños han vivido con luces y sombras. El Unicaja ganó hace un par de temporadas el título de la Eurocup, pero también ha sumado muchas decepciones y derrotas dolorosas. En el fútbol, los años de las alegrías europeas del Málaga CF de Manuel Pellegrini empiezan a quedar ya muy lejos y los aficionados echaban de menos una temporada con muchas victorias. Los éxitos de las demás disciplinas, como el balonmano femenino impulsado por el gran mecenas del deporte malagueño, Manolo Rincón, y las proezas de los deportistas individuales malagueños, como Borja Vivas, Damián Quintero, Rubén Ruzafa, Regino Hernández o Paula Ruiz, por citar algunos casos, quedaban un poco tapadas por la actuación de los dos grandes del deporte de la provincia.

Jorge Valdano acuñó aquella frase que decía que «el fútbol es un estado de ánimo». Una frase que yo ampliaría al deporte e incluso a la vida. Cuando cambias la cara a positivo, cuando no te cuesta ir a los sitios, cuando piensas que las cosas van a salir bien... tienes mucho camino andado y en caso de no salirte bien, tu estado de ánimo te lleva volver a intentarlo y casi siempre a conseguirlo. Mantener ese «karma» durante mucho tiempo es lo más complicado y es cierto que la temporada acaba de empezar, menos de tres meses en el fútbol y poco más de un mes en el baloncesto, pero Juan Ramón López Muñiz y Luis Casimiro Palomo han conseguido cambiar la cara de sus respectivos equipos y contagiar a la afición con «su estado de ánimo».

Hace un año el Málaga CF era una sombra de equipo que anticipaba lo que pasaría meses después con el descenso de categoría a Segunda División. En sólo dos o tres partidos el equipo cambió de cara y de suerte. Todas aquellas ocasiones que no entraban y todas aquellas situaciones del juego que perjudicaban al equipo se daban la vuelta y de repente el equipo pasaba de la depresión por el descenso, a convertirse en líder sólido de LaLiga 123 y principal favorito al ascenso. El gran cambio: La vuelta de un entrenador que nunca debió irse.

En el Unicaja «el ciclo Joan Plaza» fue más largo de lo que las dos partes deseaban. Los dos querían romper su compromiso y probar cosas nuevas pero ninguno quería pagar la cláusula de «divorcio». El resultado, un final menos glamuroso de lo merecido y un sabor de boca extraño. En el aspecto económico para el club, una mala operación. Sólo las pérdidas de la salida forzada por el extécnico de Dejan Musli hubieran dado al club para pagar «el corte» y hubiera mantenido en la plantilla a un gran jugador. Menos de dos meses después el nuevo proyecto verde ilusiona y mucho. El gran cambio: La vuelta de un entrenador que nunca debió irse.

Sólo este cambio de cara, ese estado de ánimo explican lo ocurrido en Turín la noche del pasado miércoles, en la última jornada de la primera vuelta de la liguilla continental. Un equipo que se divierte jugando y que es capaz de ganar un partido dos veces. La reacción del equipo en los segundos finales para ganar al Fiat en su ambiente es la muestra del estado del mismo. Un equipo valiente, que se cree capaz de todo y que no se deja vencer por el desánimo.

La temporada es muy larga, y habrá momentos malos y peores, pero el camino ha empezado bien y promete mucho y de la misma manera que se volvió para ganar el último partido de la Eurocopa, estoy seguro de que el equipo sabrá sobreponerse a ello... se les ve en la cara... Suerte.