Cospedal y su marido pidieron trabajos puntuales a Villarejo. Escribe uno Villarejo y tiene una sensación como de que lo están grabando. A la hora de redactar estas líneas Cospedal tiene moribunda su carrera política, aunque nunca se sabe. Cospedal fue barajada por los populares como candidata a la alcaldía de Madrid, aunque otros en su partido piensan que con Ana Botella ya se colmó el vaso. «Esta señora de la que usted me habla», podrían ya mismo decir algunos sobre Cospedal, a la que no hay que negar un gran arrojo y valentía, dado que ha bregado con todos los marrones, y rojos, del PP en los últimos años.

Tal vez a Villarejo lo recibía todo el mundo. La ex secretaria general del Partido Popular confesó al excomisario, julio de 2009, que temía que el gerente de Génova, Cristóbal Páez, fuera un topo de la policía. Cuando uno piensa en las cloacas del Estado imagina ratas, alcantarillas, subsuelo, humedad y defecaciones. Le hace a uno ilusión escribir defecaciones en una columna. Sin embargo, las cloacas pueden estar en la planta noble de un lustroso edificio de un respetable partido que gobierna España. Son cloacas que huelen bien, por donde se desenvuelven personas con cargos y buenos perfumes. Personas correctamente alimentadas, con escaño en templos de la gastronomía y palco, que de puro finas han abandonado la palabra colonia en favor de la palabra perfume. Hay café, o al menos se ofrece, café de buen supermercado, seguramente, aromatizado y acompañado si se diera el caso tal vez de galletitas danesas de mantequilla o de pastas inglesas con un corazoncito de caramelo en el centro. Son lugares donde se dan siempre los buenos días y hay que tener cuidado en el ascensor, si va muy lleno, con que no te metan en un riñón un bolsazo, sin querer, de Gucci. Corbatas verdes. Tal vez de Hermés o Charvet.

En la reunión se da a entender que Villarejo trabajará para el PP. El excomisario pide que le paguen. Y por ahí, sí, querido lector, hombre por Dios, dónde se ha visto trabajar sin cobrar. De eso nada, ahí somos muy de Villarejo, las tareas hay que remunerarlas, no está bonito lo contrario. Yo quiero cobrar por este artículo e imagino que usted también quiere su sueldo, que bien merecido se lo tiene. Estamos a falta de nuevas revelaciones, lo cual es una frase que podríamos escribir en cualquier momento de la vida, ya que ésta, la vida, es esperar nuevas. De todo tipo. Médicas, profesionales, amorosas, políticas, deportivas: revelaciones que cambien acontecimientos o nos mejoren o empeoren. Pero siempre a ser posible en planta noble.