Me enternece el romanticismo de VOX con España, con su imagen de España, con la España en la que sueñan, desean y, ¿me equivoco?, quieren imponer como la única posible. Para apoyar esa idea de España invitaron el otro día en el pueblo mallorquín de Lloret de Vistalegre a dos eminencias de indiscutida credibilidad en sus disciplinas. Al señor Arévalo, el hombre que a veces lloriquea en el sofá de Sálvame para contar sus miserias a ver si pilla cacho, como toda momia que dejó de respirar hace décadas, y a José Ortega Cano, el que a veces se pone tan a gustito que daría miedo si te lo topas por la carretera. VOX va creciendo como partido con un estruendo de banderas que horripilan porque si te descuidas saltan la pantalla, te llenan el salón de escupitajos de amor patrio, y te cruzan la cara si les pides explicaciones. VOX llegó a Lloret de Vistalegre para luchar por la España del figurita vestido con ropajes de fantasía. La tele ama estos saraos y les da alas, pero ojo, magacines, informativos, tertulianos, ya sabemos que las bebidas, por muy isotónicas que sean, de alas, nada. Luego llegan los avemarías. Lo que no entiendo es cómo esta vez los de VOX no se han llevado a Fernando Sánchez Dragó, que puede viajar con descuento gracias al Imserso y si le pones un micrófono cerca, le das su atril, y tiene a mano sus gafitas, o te suelta el cuento del viejo verde que se trajina a unas adolescentes japonesas que se visten como zorritas, o te suelta que en lo único que cree en política es en el «identitarismo centrípeto, conservador y soberanista» -Arévalo, hala, toma nota, ni tus gangosos lo superan-. Servidor, hasta que no vea que Belén Esteban se sienta en la primera fila de VOX, no se tomará en serio nada. También ayudaría mucho que mi nueva amiga Carmen Lomana -el demonio no quiera que uno de sus belfos por mor del peso de las siliconas acabe friéndose como una panoja de pescado en los fuegos de MasterChef- saliera del armario y nos contara cómo limpiar Essspaña de okupas y narcos y de gente que no se lava. Ya puestos, en VOX deberían de contratar a la pija y a Antonia Dell´Atte para, subidas al estrado, pelearse al más puro estilo Escenas de matrimonio, bendito y alabado sea José Luis Moreno, que también conoce y retrata a esta peña.

Capullo integral

Y como no hay dos sin tres, el humorista tenebroso, espitoso, caprichoso, hombre cabal, cómico de trayectoria impecable, látigo de cuenta chistes sin fuste, don José María Aznar, pues eso, que está de bolos y concede entrevistas a troche y moche. Sentado con Ana Rosa Quintana, levantado su dedo de dios, mirando desde sus ojillos de asustar a niños y niñas, y por supuesto poniendo tieso su dedo divino, dijo de Santiago Abascal, el profeta de la ultraderecha nacional, que es «un chico lleno de cualidades» y que confía en VOX, PP, y Ciudadanos para refundar «el centroderecha de España». Toma, Arévalo, supéralo. Toma, Ortega Cano, maneja ese miura. Es un capullo integral, salta de sus taconazos Susanna Griso, que cuando se pone, se pone. Pero no, no se refiere a Él. Se refiere al capullo integral que viajaba en un avión de Ryanair desde Barcelona a Londres y montó en cólera porque una mujer «negra, gorda, y fea» le tocó al lado. Es un capullo integral, y un xenófobo de mierda, soltó Susanna en Espejo público y se quedó tan pancha. ¿A quién defenderían los de VOX, a la negra o al capullo integral de mierda? Ahí lo dejo. Y en estas irrumpe Jordi Évole en Liarla Pardo, lo de Cristina Pardo los domingos en La Sexta, y va y se pregunta con su dulce mala baba, su sonrisita de niño ingenuo, si Pablo Casado tiene como guionista al letrista de Maluma, cantante de rap y reguetón, por dios, aparta de mí ese cáliz hediondo, emponzoñado, chabacano, machista y hortera, de un mal gusto que aniquila, y además Jordi va y dice que hay declaraciones de Casado que no le pegan a una persona tan joven.

Telepredicador

Seguro que Évole se refiere a las que soltó en El objetivo de Ana Pastor sobre el aborto -no es un derecho, dice, y también que derogará la ley actual-, sobre el feminismo -algo que el centroderecha debe combatir, aseguró el sonrisitas, que no dice esa Cospedal es mía, ay, Villarejo de mi alma, cloaca del Estado, mal rayo te parta-, sobre inmigración, o sobre VOX, con quien comparte, asegura echándose un capote de grana y oro sobre su hombro de hombre entero, la unidad de España y otras menudencias de centro extremo radical. Yo que él me echaba a los ruedos con Ortega y Arévalo y formaba un trío que ardía Troya. Y no quiero pensar si se camelan a Norma Duval, la musa histórica del PP, para que baje como una estrella de cabaret desde las gradas de sombra al albero de la plaza y se marque un facha-rap con el gentío aplaudiendo a rabiar -pasó por lo de Toñi Moreno, y los de ¡Viva la vida! en Telecinco tienen tanta mala leche que cuando la vedette lloraba recordando la muerte de su hermana Carla hace 8 años rotularon el momento con un «Norma Duval, puro espectáculo», manda cojones-. Y para terminar, Jorge Javier Vázquez, la guinda. Habla en el plató suelto de lengua, como si caminara feliz por un bosque de metralla. En una gala de expulsiones, con la pantalla partida en tres con su cara, la de Darek y la de una señora llamada Miriam Saavedra, se esperaba el veredicto de la audiencia para saber quién tenía que abandonar la casa -fue Darek-, y el presentador sacó a pasear su ironía y soltó, «madre mía lo que se me acaba de ocurrir. Si está viendo alguien de VOX la tele, ve una peruana, un polaco, y un maricón, vamos, que nos cierra Mediaset». Fernando Abascal, faro de VOX, le contestó llamándolo «millonario progre», asegurando que «las televisiones polacas y peruanas rechazarían la basura que producís los telepredicadores». A ver si el futuro de Abascal -el chico lleno de cualidades para san Josemari Aznar- está en la crítica televisiva y no en los festivales del humor gangoso que organizan en una España de mariquitas y toreros sin fronteras.

La guinda

Dani, no, eso no

Fue la otra noche en El intermedio, a raíz de la lectura de la hija de Felipe VI y Letizia Ortiz de unas frases de la Constitución, cuando Dani Mateo, en su habitual tono de corrosivo humor, se sonó los mocos con la bandera de España. Y no, no está bien. Y no lo está porque es un humor zafio que busca, a sabiendas, molestar a miles de personas -sí, es un objetivo del humor- con un símbolo demasiado manoseado por todos.