'Reyes Magos y drag queen', por Martín Sagrera

Nuestra Constitución nos declara democráticos, aconfesionales. Nuestros días no laborables debieran ser, pues, los de hechos que nos afectan a todos: equinoccios, temporadas favorables al descanso, acontecimientos históricos, etcétera. Cada religión o ideología podría celebrar también en ellos sus ceremonias, como se ha hecho siempre… excepto en regímenes sin libertades. Pero en España todavía imponen el no poder trabajar, intentando así mantener su poder político, unos jerarcas católicos que, por su grave traición a sus principios, han conseguido que sus seguidores sean ya minoritarios en la juventud, en matrimonios celebrados, creyendo menos de un quinto de los españoles en su infierno y yendo a su misa menos de un sexto de ellos.

Es lógico, pues, que en esas sus fiestas forzadas, esa su grave provocación anticonstitucional, se intenten manifestar libremente las nuevas ideologías. El gran escándalo, la tiranía insoportable es que continúen ordenando lo que se puede celebrar con una cierta oficialidad esos días quienes antes no sólo prohibían hacerlo a los ‘herejes’, homosexuales o ‘drag queen’, sino que llegaban, cuando podían, a encarcelarlos o incluso matarlos, como no pocos somos aún testigos. ¿Cómo es posible que toleremos aún esa franca dictadura, ese continuo atentado a la paz social?

'Las petroleras se aprovechan', por Pablo Alejandre Calviño

Mientras la prensa nos tiene al día del sainete que representan nuestros políticos, nadie nos informa de las cosas importantes; y una de ellas es que las petroleras, como quien no quiere la cosa, han aprovechado la coyuntura para subirnos el gasoil cinco céntimos más que la gasolina desde que el Gobierno anunció el incremento del impuesto al diésel, aunque esta medida ni siquiera se haya aprobado aún. De hecho, la gasolina ha bajado algo mientras que siguen subiéndonos el gasoil, y de continuar así, ambos precios estarán igualados antes siquiera de que el nuevo impuesto entre en vigor. A río revuelto, ganancia de petroleras, mientras los políticos no sólo dan la espalda a nuestros verdaderos problemas, sino que todo lo que hacen parece favorecer, casualmente, a las grandes empresas.