Ni Aznar ni Díaz dijeron nada en el Senado. Pero nos quedó claro. Tampoco dijeron mucho Rufián y el más Aznar en la otra comisión de (poca) investigación. Ni de Gürtel ni de los Ere sabremos más que lo que han dicho o dirán los tribunales. El parlamento está en manos de rifirrafes partidistas que encuentran su eco en los voceros adecuados. Pero a quienes quisieron mirar les pareció que ni el menos Aznar (Luis) ni el Aznar de más (José María) ni Rufián Gabriel ni Díaz Susana llevaban trabajado nada que no fueran declaraciones hinchables. Ingrávidas y (no) gentiles, como pompas de jabón.

Hoy no... ¡Mañana!

Ya en campaña andaluza -aunque la campaña legal comenzará el viernes próximo-, esta semana hemos podido asistir a la opereta de Díaz y el torpe preguntador del PP en un Senado que apenas sirve ya más que como electoral sala de ensayos. Pudimos asistir gratis a la representación, pero nos saldrá cara. Como nos saldrá cara la componenda entre poderes que quizá esté debajo del cachondeo judicial hipotecario. A pocos debería sorprender lo relajados que han recibido los bancos el aparentemente airado decreto ley del Gobierno de Sánchez. Y lo contenta que se ha puesto la Bolsa. Parece un chiste de José Mota: -Oye, banca, el impuesto de actos documentados lo vas a pagar tú, pero hoy no€ ¡Mañana! Aquí no se devuelve un duro al ciudadano. Y cuando se le ha devuelto algo ha sido por la heroica testarudez de algunos abogados, más solos que la una, que han terminado haciendo reaccionar al Tribunal Superior de Justicia Europeo, como ocurrió con las desvergonzadas cláusulas suelo. Ni los gobiernos ni el Supremo han dado nunca abrigo al ciudadano aplastado por la crisis frente al voraz tratamiento al que le somete la banca.

Supremo ¡tras, tras!

Lo tenía fácil Susana Díaz para dejar caer, donde y cuando no importa ni tiene consecuencias legales, pero con feliz desparpajo -eso siempre-, que lo que los bancos tienen que hacer es devolver el dinero que los ciudadanos les hemos prestado para sostenerlos. ¡Bah! Ella tampoco ha hecho otra cosa que dejarlos hacer y subir ese impuesto tan autonómico a quienes ya pagaban de más cuando tenían menos. Me da cierta pena Carlos Lesmes. A pesar de que soy uno más de los que no son casi nada a su lado como para que me dé pena a mí, una hormiguita hipotecada y sin patrimonio que vive cada vez más lejos de cualquier pomada social. Pero su caballeroso bigote y su barba de Alatriste judicial no tienen ya el lustre que tenían cuando empezó su travesía en el Supremo. Y cada vez que escucho el hit de Rosalía, Malamente, no consigo evitar que se me aparezca el presidente de la sala Tercera, Díez ´Piciazo´. Mu mal, mu mal, mu mal...

Sánchez Calvo

El Supremo, además, no puede hacer como Sánchez: decir ahora blanco donde antes decía marrón. Sin despeinarse. Porque un juez siempre es un juez y el Supremo siempre es el Supremo, antes y ahora -aunque muchos lo pronuncien hoy en minúscula, ´el supremo´, y menos Supremo parezca-. No como Sánchez, que antes era ´Sánchez´ y ahora es ´el Presidente´ (Carmen Calvo dixit). Habría que tener cuidado con estas consideraciones públicas. Ser esclavo de tus palabras te obliga a seguirlas, por mucho que ya se olvide todo tan rápido o a la ´gente´ (¿qué será hoy ese sustantivo común y colectivo?) le dé un poco igual cuando la hemeroteca se lo recuerda. Si quien gobierna advierte que cuando estaba en la oposición podía decir que era un marrón lo que ahora dice que es blanco necesario, cómo va a censurar ni acusar de demagógica a la oposición actual cuando ésta lo haga también. En fin, que los bancos harán sus cuentas y las cuadrarán sobre las nuestras, que también son muy suyas. Además de ahorrarse pagar ese impuesto que deben pagar desde hoy, a propósito, cuando los créditos sean para los partidos políticos. Puro aire todo. Como los pedos, que también son aire y van al aire€

Terrazas hinchables

Todo estructuras hinchables. Como las diseñadas por arquitectos en los años 60 para ofrecer soluciones habitacionales baratas a un mundo en crisis. Es la madre del cordero de la divertida exposición que se ha inaugurado esta semana en el Centro Pompidou Málaga. Otra forma de construir el aire, sometiéndolo a la frontera de esas líneas de plástico que se asemejan a muebles y paredes tradicionales. Bauman hablaba de la liquidez de nuestro mundo. Y aunque liquidez es un término también bancario, hasta el dinero va dejando de ser sólido. «Ayer vino un cliente y me pagó con el móvil», me comenta sorprendido el dueño del bar Ginebra, un restaurante de barrio en los aledaños de Nueva Málaga que sirve una comida exquisita. Moral y físicamente esa liquidez de nuestro tiempo ya nos sorprende poco, pero nos afecta mucho. Que todo se vuelva aire nos afectará aún más. A todo esto, si las terrazas fueran también hinchables quizá mejoraría la convivencia entre vecinos y bares en el centro de Málaga. Y entre los hosteleros y el ayuntamiento... Porque hoy es sábado.