Muy mal le tiene que ir a Moreno Bonilla y al PP (podría perder hasta 300.000 votantes) para seguir inmersos en una campaña electoral de extrema dureza, con insultos de grueso calado y recurriendo, como única arma, a la supuesta corrupción del PSOE, incluida la comparecencia de la presidenta de la Junta de Andalucía en el Senado a petición solitaria del Partido Popular. El desplome del PP en las elecciones andaluzas, es, cada vez más, una evidencia manifiesta y donde Casado habrá de pasar la prueba de fuego real tras llegar a la presidencia del PP. Es seriamente preocupante que Moreno Bonilla diera sus bendiciones a sus jóvenes regeneradores que dejaron para vergüenza propia y del resto del pueblo andaluz insultando a quienes han dirigido la política andaluza calificándolo de "ratas". A estos imberbes y aprendices de rasputines habría que enseñarles siquiera sea un poco de nuestra reciente historia. Tildar de "ratas" a quienes han dirigido el destino de Andalucía en los últimos años ya es para echarnos a temblar si algún día estos llegaran al poder. Así no se ganan unas elecciones y menos el respeto del pueblo andaluz, Moreno Bonilla y eso que su perfil es otro pero para sus asesores vale todo. Los comicios andaluces, por si no lo saben, es el peor escenario para demostrar la fortaleza del PP y probar si es real o no el efecto Casado. Con esta campaña de puticlub y sucedáneos estrellarse en las urnas está a la vista. Bien harían estos lobeznos del PP andaluz en sacar las ratas nacidas en las cloacas de su partido, que son el ciento y su madre.

Y muy mal le tiene que ir al PP andaluz cuando saluda con gracietas la comparecencia de la presidenta andaluza en el Senado donde salió airosa, sin despeinarse de la misma; con más fuerza y mayor respeto. Se suponía que le iban a preguntar sobre la financiación ilegal del PSOE andaluz y si ella estaba enfangada en ocultas operaciones para allegar fondos en B, tal y como tiene en sentencia firme el Partido Popular. Está demostrado y acreditado que al PSOE andaluz no fue un solo euro de los ERE, pero eso no importaba y sí entrar en desagradables cuestiones familiares poniendo de manifiesto que el PP tan sólo quería enfangar la imagen de Susana Díaz. Le salió mal y prueba de ello es la escasa repercusión y las críticas generalizadas al PP salvo la prensa domesticada de derechas. ¿Qué credibilidad puede tener un partido que anda arrastrando la pesada mochila llena de corrupción?

Y que no cesa. A espera de nuevas revelaciones made in Villarejo, ya tenemos fuera de la política a María Dolores de Cospedal, obligada por Pablo Casado a dejar su escaño y haber enterrado sus posibilidades como candidata del PP a Europa. Cospedal, en esa inmunda cloaca surgida en el entorno del excomisario, hoy en prisión preventiva, se movía en terrenos enormemente resbaladizos de los que no se libraba ni el presidente Rajoy. Cospedal se ha ido pero dispara con metralla: "Un partido que no defiende a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él". Más claro, el agua. Si Casado fracasa en las elecciones andaluzas, además de las cabezas que rodarán en esta tierra, tendrá que poner sus barbas a remojar.

En la semana que entra las defensas de los acusados de supuestos actos delictivos en el caso ERE tendrán la posibilidad de desmontar las acusaciones de la fiscalía y los del PP-A. A los mil millones de euros que el PP dice que malversó el Gobierno andaluz, el Tribunal de Cuentas señala que "el menoscabo de fondos públicos" fue de 7,8 millones a las arcas de la Junta. Tanto Ciudadanos como el PP andaluz acentuarán sus ataques a Susana Diaz por este caso de corrupción que se dilucida en las Tribunales. Harán bandera de ello aún a sabiendas que parte de estos fondos sirvieron para corromper a personas y comprar cierta paz social, evitando tensiones, encierros y manifestaciones, pero que no hubo financiación irregular del PSOE andaluz.

Las asociaciones de jueces, con contundencia, vuelven a afear al PP andaluz por su estrategia de pedir la recusación de la jueza Núñez Bolaño en la instrucción del caso IDEA rechazada por la Audiencia de Sevilla. No evita el gran rendimiento mediático obtenido gracias a los voceros andaluces cercanos a la derecha. Y, en la sombra, la jueza Alaya.