Desconecta, te dicen, cuando te vas de vacaciones una semana, quince días o un mes. Y mira que es complicado. Incluso huyendo de las redes sociales y limitando el uso de Whatsapp, acaba uno enterándose de a quién fichaba el Málaga CF este verano o de que, como efectivamente ha ocurrido, tendremos elecciones en Andalucía antes de que acabe el año. Pero por estas cosas de la vida, he estado las últimas semanas lejos, muy lejos, lejísimos. Perdido, vaya. Y pensaba al volver en qué cosas habrían cambiado cuando regresara, si se había liado alguna movida guapa y yo me la había perdido mientras andaba sin móvil, sin chaqueta y sin preocupaciones. Decepción absoluta al regresar. Todo sigue igual y ni las noticias sorprendentes sorprenden.

Aterrizaba en la realidad de la rutina con el Tribunal Supremo reunido y saliendo para comer y para cenar, se supone que debatiendo si había que pegarse un tiro en el pie y confirmándole al ciudadano de a pie que no se llama hipoteca por casualidad, y que quien algo quiere, algo le cuesta, con impuestos incluidos. No sorprende la reacción política inmediatamente posterior: decretazo y el impuesto para los bancos, que las urnas asoman por el horizonte y así quedamos todos como señores, olvidando (o no) que la ley vigente salía precisamente del Congreso y de que los bancos compensarán este nuevo gasto de una manera que pagaremos todos o, dicho de otro modo, que la venganza será terrible.

Algo sorprende, eso sí, que haya un majarón por ahí, con un arsenal en la salita, loco por liarse a tiros con el presidente del Gobierno por los restos del dictador que, oh sorpresa, a menos de dos meses para que acabe el año no se sabe dónde los van a meter. En lugar de generar un debate sobre seguridad y la repercusión que tienen determinados discursos políticos sobre los restos de Franco, la discusión versaba sobre la tipificación del delito. ¿Que esto no es terrorismo y lo de los tuiteros y los raperos sí? ¿Ellos sí y este no? Hermanos gemelos del y tú más clásico de la política española, de la que sigue saliendo gente manchada de cloacas y corrupción. Y gente indignada por un chiste y una bandera. Y Twitter metiéndose con una chavala que ha cometido la osadía de cantar (bien o mal, porque no le he escuchado nada) y tener éxito. Y más de lo mismo, en definitiva. Lo único bueno que permanece inalterable es que el Málaga CF sigue siendo líder de Seg... bueno, como decía, hay cosas que no sorprenden mucho.