El Boletín Oficial de la Junta ha publicado la declaración de bienes de los candidatos a presidir Andalucía. Están tiesos. Vamos a elegir a un pobre o una pobre, no de solemnidad, pero sí de cash, para presidir nuestro jodierno regional. Tendrán inmuebles, que los tienen, casoplones, coches y plazas de párking y tendrán planes de pensiones e incluso la disparatada idea de jubilarse y vivir de una pensión, pero han procurado, y bien, tener poco efectivo en las cuentas bancarias. Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, cuatro mil y pico trompos. Susana Díaz, la que más, unos treinta mil euros. Extrañamente, otras fuentes decían que eran 80 céntimos ¡Cáspita! Están como para invitar a gambas. Y eso que no me los imagino pagando ni un mísero café cuando van por ahí de ruta electoral. O institucional.

Aún recuerdo la proclama de Esperanza Aguirre, afirmando que apenas tenía propiedades ni ahorros ni nada. No debería tomarse eso como virtud, más bien es símbolo de no saber administrar, dado que hay que ser bastante torpe o manirroto (o tener siete hijos) para estar toda la vida ganando sueldazos y no haber ahorrado un chavo. Lo del dinero de los políticos siempre da mucho morbo. Hay una escuela de pensamiento que afirma que han de ser ascéticos, espartanos, vivir del aire, no darse lujos, consagrarse a nuestro bienestar y al trabajo en pro de la comunidad. Otros nos inclinamos más a pensar que, dado que son personas, deben estar bien retribuidas y descansadas, que se merecen vicios privados y que aún teniendo un gran deber de ejemplaridad, el precarizar la vida política sólo sirve para que a ella lleguen mediocres, majarones, iluminados, tiralevitas o tuercebotas. Los hay. Y vive Dios que en un gran número. La campaña ha empezado con el dato, orgasmo de curiosos, de cuánto tienen sus señorías. Y luego dicen que los Boes no dan noticias. Juan Marín parece el más rico. No tiene profesión conocida y ha militado en unos cuantos partidos. Son datos, no opiniones. Rodríguez es profesora, proleta de la tiza, mil y pico eurista ahora con escaño. Parte del sueldo lo entrega a la formación. Juanma Moreno Bonilla es hijo de trabajadores que se labraron un porvenir en la Barcelona pre procés, hace décadas. Él va un poco de pijo derechón, pero es un tío humilde de barrio que ha ido a más aunque la juventud prefiriera emplearla en política y no en sacar una carrera. Se hace fotos con pijos de libro que no leen libros pero aprueban muchas asignaturas de golpe y morrazo, como Pablo Casado. Fotos comiendo en familia en un McDonald que para algunos es símbolo de perverso capitalismo y para otros un plan majete con los chaveas un domingo otoñal. Pide ketchup, papi.

Los bienes de Antonio Maíllo también se reflejan, si bien su principal patrimonio lo ha perdido: su partido. Izquierda Unida. Que se ha entregado a la confluencia andaluza de Podemos, Andalucía Adelante, que según la cocina del CIS, sondeo calentito, de ayer mismo, sí que va, sí para adelante. Maíllo tiene una casa en Huelva, que es más que tener un tío en Graná y 38.000 euros en el banco, lo cual lo hace de los más ricos aunque él más que de dinero presume de libros. También es profesor. Pero como los demás colegas candidatos, no dispuesto a recibir lecciones de nadie.