El jinete de las estrellas

Se le podía ver arrastrado varios carros de los hipermercados por las calles de Zaragoza. La primera vez que lo vi, tenía cinco o seis de ellos. Progresaba como un gusano lo puede hacer: cogía el primero y lo adelantaba unos veinte metros, lo dejaba allí, volvía a por otro y así con todos, una y otra vez. Dentro de los carros llevaba tres perros y sus pertenencias. También recuerdo haberlo visto dormir encima de un carro con un casco de moto en la cabeza, una fría y neblinosa noche de invierno. Parecía que fuera pilotando una nave espacial, pensé. Según me dijeron, este mendigo fue médico militar. Se dice que un día, operando a su mujer, ésta se le murió en la mesa del quirófano y él se fue de cabeza. Desde entonces se echó a la calle, aunque no pedía porque cobraba una pensión. Hoy, un cliente me acaba de comunicar que ha muerto. Por eso quiero dedicarle estas sentidas letras en su homenaje. Gracias, señor de la barba larga y de raído traje. Gracias por enseñarme que nuestra vida pende de un hilo. Que toda seguridad es un espejismo en nuestro desierto. Que tengo que darle gracias a Dios cada día que abro los ojos. Y que es un privilegio inmerecido hasta la cosa más insignificante. Muchas gracias, querido señor y, descanse en paz.

Venancio Rodríguez SanzMálaga

Dos noticias esperanzadoras

En una semana durante la que sufrimos demasiadas malas noticias, también tuvimos otras para levantarnos el ánimo. La primera y principal es, sin duda, la pérdida de la mayoría parlamentaria de Trump y consiguiente debilitamiento de su funesta política a escala mundial. Baste recordar el cambio radical de perspectiva del nuevo director del medio ambiente que, directa y físicamente, nos concierne a todos.

En España, destaca la forzada ‘dimisión’ escalonada de la mujer más funesta de la historia del PP (ya que su cerca competidora, cercada también por la corrupción, tuvo que dimitir ya hace tiempo). Piadosa de mantilla, Cospedal fue rechazada primero por el pueblo de Castilla-La Mancha, por la crueldad con que ‘robaba a los pobres para dar a los ricos’. Fue arrinconada después por los mismos militantes del PP, como la última de los tres pretendientes a presidirlos. Por último, ha tenido que dimitir como diputada al considerarla el mismo que la nombró Rajoy, que le traicionó al mandar al siniestro Villarejo que espiar al mismo que primero la aupó en el PP, Arenas. Depurado así el partido es posible que disfrutemos por esa parte de un mejor ambiente político.

Paula Rosales MuñozMálaga