¿Cuánta gente, de los 50 para abajo, conoce algo, y con una mínima objetividad, de lo que fueron la Guerra Civil y las casi cuatro décadas de franquismo que vinieron detrás? Poca, o más bien poquísima. El franquismo que manejan los nuevos antifranquistas es un objeto kitsch, un esquema, un manojo de simplificaciones y unos eslóganes. Dentro de ese libreto para mentes simples hasta los antifranquistas de entonces se convierten en colaboracionistas, o casi, por haber pactado con los herederos de Franco la transición a la democracia. Se invoca la memoria histórica a todas horas, pero no se quiere conocer la historia, literaria o material, en la que está la memoria. Se hacen gestos, conjuros, exorcismos, ceremonias, pero no se estudian y difunden los hechos con mínimo respeto a la verdad. En el fondo no se quiere saber. Saber lleva tiempo y además consume neuronas. Cansa.