Interior-noche. En el bar. Loren se sitúa tras la barra, ordenando todos sus efectos: vasos, botellas van encontrando su acomodo. Mientras canturrea, se detiene y repasa un poco el trabajo realizado; coge un trapo y empieza a limpiar la barra. Coge un periódico y se detiene en una página. Saca del bolsillo de atrás del pantalón una cartera, de donde extrae una primitiva y un boleto de la ONCE. Comprueba los números; su rostro refleja que no le ha tocado nada. Con gesto de hastío, arruga los boletos y los tira a la papelera y se pone a leer el periódico. En ese momento llega Rafa. Lleva bajo el brazo una carpeta azul, bastante ajada, rebosante de folios.

-Muy buenas, don Lorenzo.

-Hombre, Rafa, ¿qué pasa, tío?

-Pues nada, por aquí. Oye, ¿desde cuándo lees tú prensa de verdad?

-Desde que descubrí lo útil que es.

-¿A que es una maravilla la prensa? Antes de leerla somos hombres; después, ciudadanos.

-Pues eso será, porque hace un par de semanas, estando en el Casa Paco tomándome un cafetito, se lo pedí a Luis y al rato empezó a mirarme una chica... ¡Con una curiosidad€!

-Sería por el periódico..

-¡Premio al caballero!

-¡Qué pegotero eres!... Bueno, al menos ya no te veré más con el... -Rafa coge el periódico y descubre un diario deportivo «escondido»-. ¡Y qué cabrón!

-La primera página se la pido al Luis, que se compra todos los días el ladrillo este. Así puedo estar tan ricamente, empapándome de cultura balompédica, mientras presumo de lo intelectual que soy.

-Menudo fantasma eres.

-Hay que adaptarse a los tiempos. ¡No veas cómo pican!

-Anda, ponte algo y brindemos. Hoy he cobrado uno de mis relatillos, y además ¡me han encargado otro!

-¿Otro chequecito de Mr. Wilkes?

-¡Así es! Tienes olfato: relato que me dices que me van a coger, me lo compran. No sé por dónde seguir el nuevo. Casi lo he terminado, pero le falta algo.

-¿Lo llevas en el carpetón? ¡Léemelo! Igual mi talento y yo podemos echarte una mano.

-A ver si lo encuentro. Me tendría que hacer con uno de esos ordenadores para tenerlo todo mejor archivado.

-¡Qué dices, chaval! Eso es el demonio. Ya solo la palabra tiene tela: «ordenador».

-Pues dicen que es el futuro.

-Cómo se nota que no lees ciencia ficción. El futuro son los viajes espaciales y conocer el universo, nada de estar todo el día sentado tecleando hasta convertirte en un champiñón.

-Puede que tengas razón. No me veo haciendo un relato sin mi máquina de escribir: es un invento perfecto, jamás pasará de moda.

-¡Además de verdad! Lo que se me escapa es cómo Mr. Wilkes te compra los relatos sin entender papa de español.

-Es Carmenchu, su mujer, quien me lee. Trabajó de editora en Barcelona.

-¿Y a qué esperas para invitarla aquí? ¿Nunca te he dicho que me encantan las mujeres maduras e intelectuales?

-¿Hay alguna mujer que no te atraiga, Loren?

-Hmm€ Sí: la que aún no conozco, supongo. Que no es lo mismo que una desconocida. ¿Nunca te he dicho que me encantan las desconocidas?

-Disfruta mientras puedas, amigo. Son muy complejas las mujeres, mucho más que nosotros, y cuando lo descubras, te atraparán. Sin remedio.

-¡Anda ya! Mira, yo me tiro muchas noches escuchándolas, cuando se sientan en la barra y se cuentan sus paranoias y sus aventuras. Y te digo yo que no son tan enrevesadas, Rafa. Son tan listas o tan tontas como nosotros. Lo que pasa es que no nos lo montamos bien; nos gustan demasiado€ Y en tu caso en particular, no es que te guste, es que la adoras€ ¿Cuántas veces al día piensas en ella?

-Una sola vez. Una única, constante e interminable vez. Así desde hace tres años.

-Lo tuyo es auténtico amor, macho.

-¿Amor? No, no creo. Esto es esclavitud. ¿Sabes lo que es no desear nada más que a una mujer, que el resto te den exactamente igual?

-¡Ay, Satanás, qué miedo me das! ¡Ni me mientes esas cosas!

-¡Ya verás cuando te pesquen, ya€!

-¿A mí? ¿Qué dices, chaval? ¡Yo voy de trasto por la vida! Las niñas no me toman en serio, y yo a ellas me las tomo en broma.