Igual que ocurre con los virus, las crisis económicas mutan en cada epidemia. La razón es simple, sin recurrir a teorías organicistas: tras haber salido de una, el sistema toma algunas medidas para prevenir la siguiente, y como las crisis son solo reflejo del carácter cíclico de todas las cosas, tienen que adaptarse librando obstáculos. Las crisis no suelen avisar, llegan de pronto y sorprenden a todos. Últimamente, sin embargo, empieza a haber consenso, incluso entre personas que no saben palabra de economía, en que se está incubando una nueva. A la vista de ello cabría pensar que, siendo súbitas casi por naturaleza, es probable que tanto augurio no se cumpla. Pero también es posible que el virus de la próxima crisis haya mutado al género «profecías que se autocumplen», y que tal cúmulo de vaticinios, anuncios y prevenciones para evitarla estén montando una de ese tipo.