Tiene rasgos de una política, una tendencia, una reacción corporativo-industrial o un movimiento de opinión, pero los años hacen que uno detecte una campaña por el olor. Me refiero a la que en toda España pone a cualquier clase de homeopatía en el punto de mira, criminalizándola casi y mezclándola, sin casi, con prácticas de sanación y hasta de santería. Mientras tanto la industria, en connivencia con la academia y las profesiones, expende a toneladas fármacos de más que dudosa necesidad y más que segura toxicidad. El complejo industrial-farmacéutico-sanitario se nos ha ido de las manos hace ya mucho, y se pone agresivo en cuanto le tocan unos céntimos de la cuenta. Quizás haya también algo de humo del complejo en cuestión para ocultar sus vicios: segmentación de los tratamientos ante la enfermedad, pérdida del ojo clínico del médico, monetización generalizada.