El pasado jueves 22 de noviembre asistí a una inspiradora conferencia sobre la mujer. La conferenciante era Helena González Fernández, la directora de ADHUC, el Centro de Investigación sobre Teoría, Género y Sexualidad. El tema que exponía: «Las Penélopes».

En la Odisea de Homero, uno de los grandes poemas épicos de la historia, encontramos una de las primeras referencias al matrimonio. En este caso el formado por Odiseo, rey de Ítaca, y Penélope. Odiseo parte hacia la guerra de Troya y Penélope le espera durante veinte años. Por ello, esta historia se considera símbolo de la fidelidad conyugal.

Durante su espera, varios candidatos pretenden la mano de Penélope pero ella se niega a rehacer su vida con la excusa de tejer y destejer un sumario para el rey Laertes. Mientras Ulises está ausente, estos pretendientes se aprovechan de Penélope económicamente. Penélope se siente completamente abandonada a su suerte.

A través de textos de Xohana Torres, Rosalía de Castro, Itziar Pascual, y Begoña Caamaño nos aventuramos en un viaje poético guiado.

De entrada se hizo alusión al temor al mar en el SXIX. Una cuestión de vida o muerte. Cuando los marineros se echaban al mar hacían ofrendas y promesas a sus santos y dioses; si vuelvo con vida haré esto o lo otro. Eran conscientes de que había muchas probabilidades de no regresar jamás y aún así se embarcaban.

Por ello sus mujeres, como decía Rosalía de Castro, eran viudas de vivos y viudas de muertos. Porque muchos de sus hombres, como decíamos antes, no regresaban vivos o, si lo hacían, tampoco permitían que se desarrollaran en ningún aspecto.

En realidad, ese miedo antiguo no ha desaparecido. ¿Cuánta gente sigue embarcándose aún hoy día en busca de una mejor oportunidad de vida?

Ese miedo coexiste aún hoy con la actitud pasiva de las Penélopes que se quedan solas en las aldeas y pierden la salud esperando a sus hombres.

Frente a esta tragedia, la autora Rosalía de Castro entona en sus Follas Novas (1880):

«€ Quérome ire porque agonizo aquí desconsolada!...»

Rosalía de Castro tenía una gran influencia de George Sand, una autora feminista francesa de origen noble que obtuvo el divorcio de su marido en 1836.

Vestida como un hombre, George Sand se movió a sus anchas por los círculos literarios de París que estaban vetados a la mujer. Pero su actitud valiente también le valió perder muchos de sus nobles privilegios. Sand, conocida comúnmente como Aurore, hablaba claramente sobre el deseo de las mujeres en una época en la que la gran mayoría de ellas sufría de acosmia por defecto o por exceso. La mujer era sumisa hasta el límite de renunciar a estudiar y a conocer el mundo más allá de las cuatro paredes de su hogar.

Gracias a personajes como George Sand muchas mujeres lograron superar sus miedos y navegar por sí mismas.

Xohana Torres en su poema Tempo de ría (1992) supera el mito homérico: «€Eu Tamen Navegar». Y con esta declaración de principios nos muestra a una Penélope que no soporta más la pena y es capaz de tomar las riendas de su vida y de salir adelante contra viento y marea..

La autora Begoña Caamaño también hace su aportación en Circe ou o pracer da azul (2009), creando un posible diálogo entre Penélope y Circe (amante de Ulises).

«€Mi estimada Penélope, no os resignéis así a la ausencia de felicidad».

Las dos mujeres se unen frente al dolor que sienten por amar a un hombre que las abandona.

Las navegaciones pueden ser reales o ficticias. Podemos navegar largas distancias o quedarnos un poco más cerca de la orilla. Tampoco hay necesidad de echarse a la mar si una se marea en barco. Puedes viajar hacia adentro y crear tu propio mundo imaginario.