Las elecciones andaluzas ya están ahí y ahora todos andamos preguntándonos a quiénes vamos a apoyar el 2-D. Susana Díaz, presidenta en funciones de la Junta, sonríe a mandíbula batiente mientras ve cómo el candidato popular, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el líder de Ciudadanos en la región, Juan Marín, se devoran a dentelladas y defienden su parcelita en el centro derecha. La campaña a Díaz no se la han hecho ni sus estrategas ni sus consejeros áulicos, sino los insultos de buena parte de la cúpula popular que confundiendo el arte de la crítica con el de la falta de respeto se dedica a medir la capacidad, el acento o las ganas de trabajar de los andaluces en lugar de señalar, con datos y rigor, que para eso están unos y otro, en qué falla la educación, los recortes de la sanidad o la fallida política de empleo aplicada por la Administración andaluza durante décadas. Con todo lo que se puede atacar, se dedican a zaherir a quienes pueden votarlos. Y Susana, que es lista como ella sola, lo tiene fácil: se envuelve en la bandera andaluza, se confunde con los olivos y el rebalaje y grita que ella es Andalucía, sonríe, vende una campaña amable y cuatro añitos más en San Telmo. Lo de la derecha andaluza, a veces, es incomprensible. Parece que hay unos cuantos deseando que Moreno resbale para ocupar su puesto. La lástima es que entre quienes esperan el perfil responde al arquetipo de derechones duros que saben lo que han de hacer las clases obreras andaluzas, a quién deben votar. Al PP le ha sorprendido la convocatoria electoral mientras intenta ganar algunos votos a su extrema derecha, cuando los comicios se ganan en el centro. Ciudadanos, que ha hecho del discurso en clave nacional uno de sus mantras, también es señalado por su brusco movimiento a la derecha por el PSOE, aunque hace unos meses, cuando los apoyaban en Sevilla, esa traslación no molestaba en San Telmo. Andalucía Adelante, por otro lado, sigue a lo suyo, ninguneada por Pablo Iglesias, a quien las mareas han acabado por ahogarlo en pocos años al frente de la amalgama morada. Teresa Rodríguez es más de izquierdas que Iglesias, al igual que el alcalde de Cádiz, que poco a poco se ha convertido en la conciencia moral del movimiento que nació del 15-M y que ahora ha liquidado esa herencia preciosa que tantos jóvenes pusieron en su regazo, aunque digo yo que el 15-M, por lo menos en mi caso, era de todos, no de unos pocos. El terremoto electoral sólo se sentirá de Despeñaperros para arriba, porque hasta en los peores escenarios gana el PSOE andaluz y, ni en los mejores, suman Moreno Bonilla y Marín para liderar un cambio. Al fondo del escenario, sonríe Esperanza Oña. Javier Imbroda, el número uno de los naranjas por Málaga, sabe mucho de ganar partidos en el último minuto, pese al apoyo envenenado de Sichar. Desde luego, esta campaña está siendo un triple eterno.