Es la que ponían los victorianos sobre las estatuas clásicas para taparles 'las vergüenzas' y me temo que igual nos pasa con el arreglo sobre Gibraltar y el mismo Acuerdo de Separación entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido (RU). Todos decimos que hemos ganado cuando en realidad todos hemos perdido. Juncker lo expresó con claridad al afirmar que «éste es un momento triste y una tragedia», mientras que Merkel, siempre pragmática, matizó que sentía «tristeza y alivio» y yo estoy de acuerdo con ella. En Gibraltar todos afirman haber ganado cuando en realidad a nosotros nos colaron el artículo 184 en el Tratado «con nocturnidad y alevosía», como dijo Pedro Sánchez (¿falló nuestra diplomacia?) y los británicos, ante la amenaza española de veto se vieron obligados a aceptar varios textos interpretativos de ese artículo que dicen que en este asunto nada se hará sin el acuerdo de España, pero cuyo valor jurídico dista de ser el mismo. Eso les ha permitido decir a May y a Picardo que nada ha cambiado respecto de Gibraltar y que lo importante es el Tratado, mientras Sánchez y Borrell dicen que se han atendido todas nuestras peticiones. Ninguno dice toda la verdad, la debilidad de España (84 diputados, sin presupuesto, Cataluña...) ha quedado en evidencia y nos ha impedido aprovechar la debilidad británica que se ha dejado muchas plumas en esta negociación, pero ambos se han puesto de acuerdo en ponerse una hoja de parra y en empujar el problema hacia el futuro.

El Tratado de Utrecht de 1714 es la base jurídica de la presencia británica en Gibraltar porque le cede la ciudad, el castillo y el puerto pero no las aguas o el istmo. La ONU lo incluyó en la lista de territorios no autónomos y afirma que debe descolonizarse teniendo en cuenta «los intereses de la población», a lo que se agarra Londres confundiendo «intereses» y «deseos» (que no son lo mismo) para decir que no hará nada en contra de la voluntad de los 'llanitos'. Y estos desean seguir siendo británicos y yo les comprendo porque cuando uno tiene la segunda renta per cápita del mundo lo último que quiere es integrarse en el Campo de Gibraltar, donde la tasa de paro ronda el 30%. Locos tendrían que estar. Y no habrá solución sin su acuerdo.

Ahora el brexit continuará su penosa andadura a la espera de ser ratificado por el Parlamento británico, que lo discutirá el 11 de diciembre, y dónde a May no le salen las cuentas a la vista de la rebelión de buena parte de los conservadores y de la oposición de los Laboristas y del Partido Unionista irlandés, que ya han advertido que votarán en contra. May tiene un par de semanas para convencer a sus conciudadanos advirtiéndoles que la alternativa, una salida caótica sin acuerdo, convertiría al RU en un país tercero y tendría un coste catastrófico para el PIB, la libra y el empleo, como acaba de recordar el Banco de Inglaterra. Lo que desean los euroescépticos es rechazar este Acuerdo y negociar otro mejor, pero Bruselas no está por la labor y por eso se negó a cambiar el artículo 184 que tanto molesta a España, para enviar al mundo el mensaje de que esto es lo que hay y no se cambia. O como dijo Juncker «éste es el mejor acuerdo posible y el único posible». May confía en que ante el abismo que se abre bajo sus pies (o ante unas elecciones anticipadas que nadie parece desear) el Parlamento acabe votando a favor. Trump, siempre dispuesto a ayudar, ha echado leña al fuego diciendo que lo ahora acordado es bueno para Europa pero malo para Londres porque dificulta un acuerdo comercial con EEUU. Convocar otro referéndum plantea al menos dos problemas: la complejidad de la pregunta, que ya no podría ser binaria, y el hecho de que si hay dos podría pedirse un tercero y un cuarto. Pero no es imposible, muchos británicos desearían tener una Segunda oportunidad para deshacer el desaguisado.

Si Londres ratifica el plan, se abriría un período transitorio (que puede durar hasta cuatro años) y en el que todo seguiría igual aunque los británicos tendrían que pagar una factura de 50.000 millones de euros por el divorcio, obedecer normas en cuya redacción no habrán participado, y respetar los derechos de 3,5 millones de ciudadanos europeos residentes en su suelo. Durante este tiempo se negociaría la relación final que todos deseamos que sea buena y que podría parecerse al acuerdo con Canadá pero muy mejorado en los ámbitos comercial, de seguridad, judicial, defensa, servicios etc y con recuperación por el RU de su soberanía en fronteras o en legislación. Para este período España y el Reino Unido han firmado también cuatro memorandos de entendimiento sobre medio ambiente, policía, ciudadanos y tabaco. No son la panacea pero es mejor que nada.

Y durante este máximo de cuatro años se deberá determinar también el estatuto final de Irlanda del Norte y de Gibraltar, que son territorios que saldrán de la UE al mismo tiempo que el RU y el problema es que ninguno de los dos quiere que se restablezca la frontera terrestre que eso implica. Y es imposible estar dentro y fuera al mismo tiempo. Será en esa negociación cuando veremos si lo ahora logrado es una hoja de parra o algo más.

Para mi la mejor manera de resolver el problema es desarrollar el Campo de Gibraltar y ahí llevamos 300 años de retraso.