En las elecciones de 1977 Enrique Tierno Galván, fundador del Partido Socialista Popular, difundió un mensaje que a sus militantes algo doctrinarios (entre los que yo estaba) les sorprendió bastante, por simplista, al plantear para la naciente democracia (todavía sin Constitución) estas metas: vivir en paz, vivir juntos, vivir mejor. ¿Resignaba el «Viejo Profesor» las categorías ideológicas y su sedicente marxismo?, ¿se estaría haciendo de veras viejo, aunque en realidad -no había cumplido los sesenta- no lo fuera? Han transcurrido cuatro décadas y aquel deseo de entonces sería hoy buen resumen de los frutos de la Constitución de 1978. El verdadero político debe saber distinguir lo principal de lo accesorio. No han sido los mejores 40 años posibles, pero en la historia moderna de España no hay otro periodo en que aquellos tres bienes evidentes se hayan cumplido mejor.