Ni los más osados se esperaban los resultados del 2-D. Me apena y entristece que PP y Ciudadanos lleguen al poder con el apoyo explícito de Vox, partido neofascista. Dos partidos constitucionalistas no deberían aceptar el apoyo de un partido que quiere terminar con las autonomías, cerrar Canal Sur, eliminar derechos sociales y derrocar leyes como la de la Memoria Histórica, la de Género y devolver al Estado competencias en sanidad, derecho y otras. Pero para Casado como para Rivera llegar al poder y desalojar a Susana Díaz y a los socialistas del Gobierno es lo primero, sea cual sea el plato a pagar. Los dos partidos de la derecha suman 47 diputados y sin la llave de Vox no alcanzarían el poder. El PP andaluz se dejó en el camino 7 diputados y, sorprendentemente, aparecen como los vencedores, gracias al corifeo mediático que los jalea, sin importarle que estén en las manos de Abascal, personaje que ha hecho de la mentira su razón de ser, que odia a los inmigrantes y nos quiere llevar a la Edad Media.

Yo creo que ya está cerrado el pacto por el que Moreno Bonilla será el presidente del Gobierno y Juan Marín del Parlamento. Los flecos por cerrar sería si Ciudadanos entra con una vicepresidencia, tres consejerías y la dirección de algunas de las empresas públicas, entre otras la joya de la corona, Turismo Andaluz. Pero hay más. Me cuentan que Casado y Rivera avanzan en cerrar pactos de futuro cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales de modo que sea el partido más votado el que gobierne, todo lo contrario de lo que sucede en Andalucía donde ganó el PSOE. Pero no me creo lo que me cuentan porque tengo muy claro lo dicho por Rivera: O Marín es presidente o no hay nada que hablar. Rivera, una vez más, se comerá sus palabras y veremos a Juan Marín quejándose por las esquinas. Casado no cederá en la presidencia de la Junta para Moreno Bonilla aunque tenga que darle a Rivera todo lo que quiera.

Y todo ello será posible con el apoyo de Vox, sin vergüenza por ninguna de las partes negociadoras, sin el más mínimo rubor. Por eso digo y afirmo que me apena que la derecha vaya estar en manos de quienes manejarán el Parlamento a su antojo porque, en caso contrario, pueden llevar al Gobierno de PP y Cs, a perder votaciones, una tras otra, dado que la suma de los dos partidos de la derecha es 47 diputados, mientras que la izquierda tiene 50. Moreno Bonilla y Juan Marín serán rehenes políticos de un partido franquista y neofacista. Quien no quiera ver esto tampoco entenderá que esta legislatura será enormemente compleja, sujeta a chantajes y expuesta a amenazas constantes por parte de Vox, con el juez expulsado de la Magistratura queriendo imponer acuerdos no constitucionales.

Pese a todo lo dicho es tal la ansia de poder de Pablo Casado y de su subalterno Moreno Bonilla, es tal el incontenible deseo de echar a Susana Díaz por Rivera y su también subalterno Juan Marín que ni estar en las manos de Vox, que ni los claros reproches de la Europa democrática, ni el hecho de que lo puedan pagar en las elecciones por venir les va hacer cambiar lo que ya tienen pactado. Andalucía, cara al resto de España y de la Europa liberal, será la comunidad capaz de abrir sus puertas a la extrema derecha. Y esto, se paga.

Susana Díaz, ganadora de las elecciones y a gran distancia del segundo partido ha dicho que si no accede a la presidencia se quedará en la oposición, algo que la dignifica. Me recuerda lo que hizo el socialista extremeño Guillermo Fernández Vara que volvió a ganar a Monago (PP) cuatro años después de ganarse, día a día, a quienes se habían quedado en casa y comulgado con la abstención. Y lo hizo con inteligencia, con pedagogía y nuevas fórmulas mediáticas de llegar a los ciudadanos. Susana Díaz tiene edad y fuerte convencimiento interno de ser capaz de llevar, de nuevo, al PSOE a ser el partido más cercano a los ciudadanos andaluces. Y en eso está ya por mucho que Ferraz de una de cal y otra de arena.