El discurso antiinmigración ha calado en la opinión pública. A pesar de los esfuerzos que desde distintas organizaciones venimos realizando con campañas como Stop Rumores y el trabajo de sensibilización y mediación por la convivencia, nuestro mensaje no llega como debiera a la ciudadanía. Así lo pone de manifiesto el nuevo escenario político abierto en Andalucía tras las elecciones autonómicas. Y cabe preguntarse por qué.

Hemos pasado de la declaración de Málaga como 'Ciudad Refugio' a encontrarnos con el resurgimiento del pensamiento de extrema derecha. Y es que se ha utilizado el discurso del odio y el miedo al extranjero para causar alarma social. La forma en la que los representantes públicos han abordado las migraciones con sus mensajes de desbordamiento -«invasión», «no hay papeles para todos»- ha propiciado un clima de rechazo social y alimentado el racismo. A esto se ha sumado el tratamiento negativo del tema de la inmigración por parte de medios de comunicación contribuyendo a la criminalización tanto de la llegada de personas migrantes a nuestras costas como de la solidaridad.

Nos levantamos con noticias que hablan sobre la saturación de los servicios públicos, que nos cuentan la habilitación de una caseta en el recinto ferial de Málaga para brindar una atención digna a personas que acaban de jugarse la vida para llegar a nuestro puerto. La llegada de hombres, mujeres y niños migrantes es transmitida como un ataque que hay que frenar, los barcos de rescate como traficantes que hay enfrentar y se alimenta entre la población el falso mito de que el deterioro de nuestro precario estado de bienestar se debe a estas personas.

El relato sobre la migración debe ser justo y equilibrado para no crear una burbuja de desinformación que se convierta, como está ocurriendo, en el caldo de cultivo de los prejuicios y estereotipos. La migración no es un mal, sino un derecho humano básico. Sin embargo, la opinión pública confiere cada vez más crédito a bulos que envenenan las redes sociales minando la empatía y la solidaridad, tan necesarias. Se habla de que vivimos una crisis migratoria, pero se trata más bien de una crisis de valores y de acogida.

Pero no sólo las personas migrantes pueden verse afectadas por la irrupción de la extrema derecha, también otros colectivos como las mujeres víctimas de violencia de género y el colectivo LGTBI. Más aún, la experiencia europea muestra cómo cuando estos partidos influyen en los gobiernos se producen importantes recortes en las políticas dirigidas a apoyar a las personas en situación de vulnerabilidad social.

Por todo ello es necesario llamar a la responsabilidad de los partidos políticos que participarán en la conformación del futuro Gobierno de la comunidad. Es indispensable que reconozcan la situación de emergencia social que sufre nuestra comunidad autónoma debido a los ajustes económicos derivados de la crisis. Nadie debe quedarse atrás y para ello la Administración debe reforzar los servicios públicos y apostar por recuperar y mejorar los niveles de bienestar.

En Málaga Acoge llevamos 27 años apoyando día a día los procesos de integración de las personas migrantes en ámbitos distintos como el empleo, la vivienda y el empoderamiento de las mujeres... Llevamos 27 años diciendo lo mismo. Apelamos a la responsabilidad de todos, ciudadanía y ONG y pedimos al nuevo Gobierno que coja las riendas en Andalucía que no contribuya a generar alarma, que no avive la llama del discurso racista antiimigración. No es lo que necesitamos.