«Una sensación de vértigo». Era la reproducción del titular de un ya añejo artículo de un periódico italiano. La conservo desde hace ya algunas décadas. Su valor es que no estaba en papel. Hace ya muchos años algún inteligente diseñador italiano había decidido reproducir fragmentos de las noticias de aquel diario sobre la 'bone china', la porcelana, de las piezas de una vajilla de café. Fue un regalo de boda que nos hicieron a mi mujer y a un servidor de ustedes. Un regalo perfecto para los que amamos el café y la gran literatura periodística. Lo conservamos como lo que es: un tesoro.

Y ahora, una vez más, en convulsos y malignos tiempos, regresa la sensación de vértigo. Cada vez que me he asomado esta semana a las noticias€ ¡Qué escenas! ¿Arde París? Espero que no. Y que el pulso del presidente Macron no desfallezca demasiado. Creo que un gran pintor, merecidamente honrado en El Prado madrileño, como don Jerónimo van Aken - 'El Bosco' - estaría fascinado por esas imágenes que siguen llenando las pantallas de nuestros televisores. El fuego y la violencia miope y los 'graffiti' mancillando la Tumba del Soldado Desconocido y el Arco de Triunfo de París. Es un drama que puede ser obsceno. Ya que la capital francesa en tantos aspectos es la patria secreta que llevan en su corazón tantos ciudadanos del mundo. Como la francófona y apacible Ginebra fue 'la patria íntima' de Jorge Luis Borges.

Es obvio que la semana que termina ha tenido intensidades que podrían ser cinematográficas. Si intercalamos esas imágenes parisinas con las otras viñetas que nos han llegado. Como las del nuevo Zar de casi todas las Rusias, Vladimir Putin. Saludando cálidamente en los salones del G20 porteño, con las teatralidades de un juvenil hincha futbolero al que es su colega en la OPEC, el problemático príncipe heredero de la corona saudí. Al que ya los iniciados conocen por sus iniciales: MbS. Entre ellos, los parlamentarios estadounidenses que han examinado la documentación en poder de los servicios de inteligencia americanos sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. Influencias, supongo, del imbatible cine negro del Hollywood eterno.

Y los horrores del brexit; que ahora han recalado, como una pegajosa marea negra dentro del fascinante edificio neogótico del Parlamento Británico. Con su suministro diario de adrenalina de gran reserva para los más brillantes comentaristas políticos de la prensa británica. Como el imprescindible columnista que escribe en The Economist bajo el seudónimo de Bagehot. Decía el maestro que la crisis del brexit está siendo la peor que la Gran Bretaña ha sufrido en tiempos de paz. Y añade: «El sistema político está prácticamente paralizado, el país se encuentra dividido en tribus ideológicas en pie de guerra, abrumada la administración del Estado...»

Por cierto, nos llegó, ya al caer la tarde del lunes pasado, el eco de las elecciones andaluzas en uno de los más respetados programas de noticias de la televisión del mundo de habla inglesa: 'Beyond 100 Days' de la BBC World News. El que respectivamente protagonizan de lunes a jueves desde Washington y Londres dos de las estrellas de la augusta casa: Katty Kay y Christian Fraser. Según ellos, como ya está ocurriendo en otros países europeos, la ultraderecha también ha llegado a la política española.

No mucho que contar, me temo, sobre la reunión internacional celebrada en Polonia dedicada al cambio climático. La amenaza planetaria que el presidente Trump y sus seguidores niegan con vehemencias y latiguillos dignos de mejor causa. Y mientras tanto, las estadísticas de múltiples y muchas veces letales desastres meteorológicos siguen saltando por los aires. Implacables.

Nos lo recordaba el maestro Richards en sus Principios de la crítica literaria: una buena tragedia está blindada contra la ironía o la irrelevancia. Puede absorberlo todo y seguir siendo tragedia.