Es hora de distinguir de una vez entre las distintas clases de proteccionismo industrial. Los hay que ponen barreras arbitrarias para defender su mercado, bajo el lema 'nosotros primero', y los hay que sólo aspiran a defenderse de la competencia desleal de quienes hacen dumping laboral (vender a bajo precio gracias a la explotación abusiva de sus trabajadores) o dumping ambiental (hacerlo gracias a la explotación del medio ambiente). El primer tipo de proteccionismo es supremacista, pero el segundo es legítimo y hasta obligado. La propuesta de Arcelor-Mittal, de un arancel ambiental para proteger la siderurgia europea, señala el camino que deberían acoger de inmediato las instancias comunitarias, pues no va contra la competencia, sino a favor de competir con igualdad de armas. En el fondo la supervivencia misma del modelo europeo dependerá de que se imponga esta clase de proteccionismo.