Cuando Diógenes de Sinope se encontró con el muro de un templo lleno de inscripciones de agradecimiento de los marineros que habían sobrevivido tras un naufragio, el filósofo cínico comentó, con su habitual habilidad para ver y decir lo que nadie quiere ver o decir, que habría muchas más inscripciones si los marineros que no se salvaron después de un naufragio hubieran podido dedicar las suyas. Está bien agradecer la ayuda de los dioses, siempre y cuando podamos también lamentar la inacción de esos mismos dioses. Por eso está bien que los equipos de fútbol recuerden a sus grandes jugadores con inscripciones o placas en los estadios, pero eso no debe hacernos olvidar a todos esos jugadores que los dioses del fútbol no recuerdan y cuyos nombres se perdieron en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Algunos culés están enfadados porque el recuerdo de Figo sigue presente en el Camp Nou gracias a una placa con su nombre en la puerta 42 del estadio. Esa placa es la de una peña de Cedillo (Extremadura), ya dada de baja en el Barça, que llevaba el nombre del gran futbolista portugués que un día cambió el brazalete de capitán del Barça por un sueldo estratosférico en el Real Madrid de Florentino Pérez. El general ateniense Alcibíades también dejó Atenas para servir como consejero en su archienemiga Esparta, aunque más tarde (la historia tiene estas cosas) regresó a Atenas y fue recibido triunfalmente en el Pireo. Pero Figo no es Alcibíades, y el fútbol tiene peor mala leche que la historia. Luis Figo nunca será restituido como futbolista culé, y jamás será recibido triunfalmente en la puerta 42 del Camp Nou. Sin embargo, creo que lo importante no es protestar contra las inscripciones de agradecimiento que honran a futbolistas desagradecidos, sino lamentar la ausencia de inscripciones que recuerden a futbolistas que un día fueron tan importantes para el Barça como Alcibíades para Atenas. Es absurdo decretar la "damnatio memoriae" contra Figo y eliminar todo recuerdo del portugués en inscripciones y placas, prohibiendo incluso su nombre. Figo fue grande para el Barça, y ese Figo merece una placa en la puerta 42. La grandeza de un club de fútbol se mide, entre otras cosas, por su manera de honrar a los futbolistas que llevaron su camiseta. El problema no está en la puerta 42 del Camp Nou, sino en que el Camp Nou no tiene suficientes puertas para contener las placas de todos los futbolistas que sí tienen una inscripción en la memoria culé.