Va uno apresurado a ver a su hijo vestido de rey mago y se tropieza con un cargo público con sombrero que corre al condumio navideño que organiza la Diputación en la plaza de la Marina, a la que le están haciendo unas isletas para taxis y buses bastante feas y entorpecedoras. Nunca ha estado bien solucionada (¿o se dice resuelta?) esa plaza. Parece que hay miedo al espacio abierto sin chirimbolos o mobiliario urbano. Lo que sí está bien resuelto es el párking municipal, cuyas tarifas son un robo y encima el espacio de las plazas para aparcar es muy reducido, con lo cual se favorece la permanencia forzosa por encierre o el choque contra las columnas. El hombre con sombrero va tarde a los canapés. Decía Eugenio D'ors que en Madrid a las ocho o das una conferencia o te la dan. En Málaga, en Navidad, o das un ágape o te lo dan. Bueno, no tanto. Pero sí hay algunos que no paran. Tienen un máster en croquetas. Las croquetas son los diplomas de los gorrones. Continúo en la Marina aterido, cabizalto y meditoso, tentado de fumarme una nube o de liberar a un caballo. Me encuentro a Daniel Pérez, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Málaga. Le pregunto que qué tal con Alfonso Guerra, que estuvo la otra tarde dando una conferencia. Guerra le dio unos consejos, una guía, a Pérez: mucha suela, buena labia y que el partido te respalde. Daniel Pérez asegura tener, estar cumpliendo, las tres. La hora también se me cumple a mí pero llego a tiempo a la función, aunque más a tiempo ha llegado un abuelete que se me pone delante y se empeña en grabar con el móvil la función enterita toda ella de principio a fin. Con un pantallón que no me deja ver. Me retuerzo. Veo. Se inclina él. Dejo de ver. Atisbo a mi hijo. Dentro de poco a lo mejor soy yo también un abuelo, aunque espero que la tecnología no siga evolucionando de tal forma que las pantallas sean como un campo de fútbol y tenga que tener una bronca con el de atrás.

Guerra se reencontró en el acto en el que habló clarito («Torra es un filonazi») con Martín Toval, que fuera portavoz del grupo municipal socialista. Llevaba un jersey amarillo. No sabe uno si colocar el adjetivo todopoderoso antes o después de portavoz. Toval fue candidato a la alcaldía por el PSOE en el 95, con Antonio Romero y Celia Villalobos como contendientes por parte de IU y PP respectivamente. A la gente que le guste hacer comparaciones que las haga. Aquello se llamó la batalla de Málaga, aunque bien pensado lo raro hubiera sido que se hubiera llamado la batalla de Guadalajara o la batalla de Alberta, si bien aquel lance tuvo más resonancia de la que nos merecemos como periferia al ser los tres candidatos en ese momento figuras de la política nacional. Villalobos era incluso, o fue antes, chica Hermida. Famosa no, the next. Regreso del colegio a la Marina y ya hay gente dispuesta a deslumbrarse con calle Larios. Un tío con gorra me agarra y casi sufro un desgarro. Tendría que haber hecho más fotos en la función.