'Ni toros ni boxeo', por Alejandra Brea Romero

Ha muerto la española María Rosa Rosa, pionera y campeona mundial de boxeo femenino. Lo siento y más por haber muerto a los 44 años y por una causa que no se revela, como siento la de los toreros muertos en la lidia. Pero en modo alguno me alegro de que ella haya fomentado un 'arte' todavía mucho más brutal y mortífero, incluso para quien lo practica, que el torear. Pegar a otra persona por ganar fama o dinero hasta dejarla inconsciente, como ella hizo tantas veces, supone uno de los peores ejemplos, de las mayores barbaridades que puede cometer una persona. Al menos eso es lo que sostenemos con toda firmeza quienes profesamos un mínimo respeto a la humanidad, a la salud y hasta a la vida -que en el boxeo también se pierde a veces, dentro o fuera del cuadrilátero- por encima de las ventajas que a veces consiguen quienes se dedican profesionalmente a realizar esos actos incalificables. Nuestro rechazo se extiende también, por supuesto, a quienes con su aplauso e incluso apoyo económico como espectadores fomentan esa vergüenza que todavía desprestigia nuestra civilización.