El sorpresón de Sánchez

Medio mundo estaba pendiente de la cumbre o «minicumbre» entre los suplantadores «jefes de Estado» des España y Cataluña (a todo esto, ¿Qué dice el verdadero Jefe del Estado?). Y no estaban pendientes de lo que ya se sabía que iba a ocurrir: un bochornoso espectáculo de un suplantador (desde saltándose el protocolo en recepciones hasta viajes en el extranjero actuando como pseudojefe de Estado con la primera dama) rindiendo pleitesia al personaje que ha llamado a los españoles «bestias carroñeras y víboras» y ha propagado el uso de la violencia con muertos a la eslovaca, todo ello adornado con ridículas fotos poniendo cada uno de los suplantadores flores de diversos colores, amén de las impresentables fotos de separatistas con miembros del gobierno de Frankenstein al final de la «cumbre».

Tampoco estaban pendientes de los esperados, y llevados a cabo, vergonzosos actos de barbarie por los pseudonazis separatistas, a los que el desgobierno de Sánchez ha restado importancia con un «en los partidos Barca-Madrid hay más gente», todo lo cual da la razón al padre de Marta del Castillo, pues, efectivamente, algunos no son más tontos porque no pueden.

Para muchos tampoco iba a ser una sorpresa que Sánchez anunciara el aumento de las pensiones. Eso, como, por ejemplo, el subir el salario mínimo a 1.000 euros y otras grandes ocurrencias es fácil decirlo. Luego hay que ver cómo los contribuyentes lo pagan con subidas notorias o encubiertas de impuestos.

No, el sorpresón de Sánchez fue el decir y cambiar de un plumazo el nombre del aeropuerto del Prat por el de «Tarradellas». Pues miren ustedes, probablemente a muchos les hubiera gustado más el siguiente nombre: Aeropuerto Internacional de los Hermanos Mas y Puigdemont.

Juan Fernández Sánchez. Málaga