'Copago finiquitado', por José Becerra

Parece ser que está en las intenciones del Gobierno hacernos un favor a los mayores y al resto de personas que acusan trastornos de salud importantes: se anuncia que el copago sanitario se va a eliminar en cuestión de días. Eso sí, solo a quienes gocen de rentas que no alcancen los 9.000 euros, ya sea un vejete, ya un operario en activo de poca monta y tenga varias bocas que alimentar. Extenderla de manera global a todo quisque que peine canas o luzca oronda calva por mor de la edad, pero que disfrute de elevadas rentas, nada de nada. Que no está el horno para bollos en lo que toca a la hucha de las pensiones, que acusa, por lo visto, un quebranto significativo y que crece de manera exponencial. Pablo Iglesias, que no desaprovecha la ocasión para sacar tejada que venga a sustentar a su partido, ahora viviendo unos momentos no muy brillantes, sale a la palestra y pretende que el doble de esa cantidad, o sea 18.000 euros, sea el tope máximo, traspasado el cual no se tenga derecho a disfrutar de la merma en los precios de los medicamentos recetados. El líder de la formación morada a lo suyo: sembrar el desconcierto cuando no el rencor hacia quienes gobiernan con dos dedos de frente para que este barco nuestro de la economía no acabe en zozobrar definitivamente.

Bienvenido sea ese agasajo que el Gobierno de Sánchez pretende hacer a quienes hemos de tener de cerca un bastón para mantener erguida la figura y firmes los andares. Resultaría contraproducente exigir prestaciones a tutiplén cuando parece ser una evidencia incontrastable que la manoseada hucha a fuerza de extracciones presenta, si no un encefalograma plano, sí una extenuación manifiesta que amenaza de manera inmisericorde su existencia. La ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, en su informe sobre las razones que aconsejan esta eliminación del copago de los fármacos que permiten a quienes menos tienen y que hasta ahora, en muchas ocasiones, se han visto precisados a ignorar las prescripciones facultativas o asumir gastos imprevistos para adquirirlos, ha sido taxativa: «Hasta dos millones de pacientes han venido sufriendo la imposición del copago».

Esta obligación ineludible de satisfacer parte del medicamento prescrito se ha convertido en una rémora en los últimos años. Sería preciso recordar que, al igual que la Educación, se considera, o se debiera considerar, que la Sanidad debería seguir los mismos derroteros, ya que los españoles satisfacemos una parte de nuestras soldadas diarias para este fin durante nuestra vida laboral.

Bienvenida sea la determinación de eliminar este gravamen. Ha de contemplarse con gratitud por los mayores, casi siempre con precaria salud, hasta ahora perjudicados. A tenor de este respiro económico que se nos otorga, merced a eliminar gravámenes ante situaciones exigidas para hacer frente a dolencias enquistadas, las más de las veces, crónicas, son medidas para agradecer. Nobleza obliga.