Trabajemos desde el principio del 2019 nuestra fuerza de voluntad para perseguir objetivos claros y alcanzables, sin que la apatía o la abulia nos dominen, solo la autoconfianza.

Motivados por una actitud positiva, reflexionando sobre nuestra experiencia y focalizados hacia nuevas metas donde poder alucinar de alegría.

Que las etiquetas las encontremos solo en los productos de las tiendas y no en los niños, pues el déficit de atención en adultos ocupados es superior al de los niños juguetones.

Sintamos demencia en cuanto a rencor se refiere, para perdonar y vivir en paz, identificando qué y quiénes queremos cerca y qué y quién nos produce malestar.

Que la traición y la mentira provoque despersonalización y distimia para un posible cambio, y no solo inseguridad y soledad. Y que la honestidad y el compromiso se rodeen de autoestima, motivación, empatía e ilusión. ¡Menos depresión y más resiliencia! más flexibilidad, comprensión, ayuda y educación.

Demos oportunidad a los que luchan por cambiar y mejorar, y no a los acomodados, pasivos, conformistas o rebeldes. Prioricemos el auto-conocimiento y la auto-gestión de nuestras emociones y las de los demás como mejora de la calidad de vida personal y de nuestro alrededor evitado la alexitimia. ¡Inteligencia Emocional como educación y solución de conflictos!

Que las expectativas sean motivaciones y retos, no preocupaciones o ansiedades, siendo humildes, realistas y perseverantes. Tomemos la asertividad y la empatía como práctica desde que somos pequeños para favorecer la tolerancia y evitar extremos como agresividades o pasividades.

Que los desequilibrios entre lo que pensamos, sentimos y hacemos sirvan como reflexión, aprendizaje y avance, y no como excusas, culpas o ataques. Insistamos en trabajar la paciencia, la soledad, el aburrimiento, el tiempo para uno mismo, la amabilidad, la templanza y la espera.

Rutinas diarias: Besos de buenos días y buenas noches, ser agradecido, ser educado, pedir disculpas, echar de menos, decir te quiero, aprender, demostrar afecto. Que el sentido del humor nos siga protegiendo de la depresión, siendo otro recurso de afrontamiento psicológico ante situaciones adversas.

¡Imitemos a los sabios! Esto supone ser creativos, curiosos, abiertos de mente y enamorados del aprendizaje. No valen las inspiraciones, la sabiduría se trabaja cada día.

Que nuestra mayor fortaleza sea el pensamiento crítico para poder evitar las malas influencias y mantengamos la capacidad de pensar con claridad y profundidad. Que en los colegios enseñen Inteligencia Emocional, Verbal y Social, para sacar el máximo partido a nuestras relaciones.

Y que el deporte sea el mejor escenario donde expresar, educar, guiar y acompañar a la personalidad. Un juego infinito, un médico personal, una educación de vida.

¡Feliz PsicoNavidad!