Llegó el momento de la verdad. Ciudadanos y el PP han abierto la puerta a la extrema derecha de Vox, partido nacional católico y fascista, y lo tenemos instalado en la Cámara andaluza y será el vigilante extremo del nuevo Gobierno y de su política. El partido que se negó a jurar el Estatuto que nos dimos los andaluces el 28 F de 1980 es quien manda en Andalucía, lo vistan como lo vistan Moreno (PP) y Marín (Cs). Moreno Bonilla será presidente de la Junta gracias a Vox y de su amigo, Santiago Abascal, el líder populista que a lomo de caballo pretende reconquistar España. Y como Moreno Bonilla, Juan Marín se traga cuantas promesas hizo en campaña, y han hecho de Vox su compañero de viaje, aceptando todo el peaje que ello comporta, incluso a nivel internacional. Rivera, como ha hecho en otras ocasiones, sabe venderse por un plato de lentejas.

Y todo ello con tal de echar a Susana Díaz y a los socialistas de la Junta y del Gobierno andaluz. Era el principal y visceral objetivo del llamado pacto de la vergüenza. Ya lo tienen. Ahora hace falta gobernar. Y de las primeras medidas puestas sobre la mesa sorprende que los amantes del cambio, una de ellas es subirse los sueldos o, por ejemplo, subvencionar la educación concertada, o sea a colegios privados, o quieran vendernos que con la eliminación del impuesto de transmisiones el pueblo sale beneficiado: lo será el 1% de los privilegiados, los poderosos. O, por ejemplo, que se quiera eliminar al Consejo Consultivo. La derecha no quiere, ni desea, que haya un grupo de notables que la controle. Lo mismo se puede cargar la Cámara de Cuentas. Habrá que estudiar en profundidad el programa firmado y lo que pedirá Vox que se incluya.

Todo se andará. Vox estaba eufórico y no es para menos. Tiene la llave de la gobernanza y ahora, antes de la investidura prevista de Moreno Bonilla para sustituir a Susana Díaz, exigirá estar en el meollo de la política pactada por PP y por Ciudadanos. Y aquí está la clave de lo que pueda suceder en esta legislatura, posiblemente más corta de lo que desea Moreno. Es cierto que las tragaderas de Casado y de Moreno Bonilla para aceptar programa y trabajar de forma conjunta con la ultraderecha es un hecho irrefutable. Y no les importa. Entre otros motivos porque lo sucedido en Andalucía es el preámbulo de lo que acordarán a nivel nacional. El PP, hay que decirlo claro y alto, gobierna con quien no cree en la autonomía ni en el Estado de derecho que tenemos.

Y si esto fue un hecho evidente, no es menos la trágala de Ciudadanos, con un Rivera que huye de la foto con Vox, pero que en bambalinas no les ha importado negociar con un partido xenófobo, antieuropeo, de la ultraderecha y que evidencia una política cercana a la francesa Marie Le Pen y al italiano Salvini, las dos realidades de la ultraderecha europea. Juan Marín, una y mil veces, mentirá, con enorme hipocresía, queriendo hacernos ver que ellos no han pactado con Vox. Eso no se lo cree ni él mismo. Hay que tener cara de cartón piedra para hacer declaraciones en las que dicen que no pactaron, ni pactarán con Vox. Si no lo hubieran hecho no tendrían en la presidencia de la Cámara a una diputada de Ciudadanos ni Juan Marín podrá alcanzar la vicepresidencia de la Junta, ni obtener su partido seis de las doce consejerías del Gobierno tripartito que se otea en el horizonte.

Y Marín, que ha demostrado manejar a Maquiavelo mejor que nadie, quiso tender una trampa ignominiosa a Andalucía Adelante (AA), ofreciéndole un puesto en la mesa de la Cámara para blanquear el acuerdo con Vox y tener una justificación para Ciudadanos cuya posición centrista ha saltado por los aires. Lo lamentable es que el partido de la izquierda se queda fuera de la Mesa que estará bajo el ordeno y mando de los cinco votos pertenecientes a la derecha y extrema derecha, con dos para el PSOE. Maíllo tenía razón y es de desear que AA se siente en la Mesa de la Cámara, con voz y voto.

Y a todo esto, ¿qué hará el partido socialista? Susana Díaz contra todos; eso es lo que le espera. No es fácil, ni digerible estar en la oposición. El PSOE andaluz necesita una vuelta de calcetín y aceptar que habiendo ganado las elecciones, con siete diputados más que la segunda fuerza, el PP andaluz, le toca ser el que dé respuesta y se oponga a la política de derechas (de extrema, en algunos casos) que Moreno Bonilla tiene ya diseñada. Creo que ni los socialistas ni Susana Díaz han olvidado que la base social de Andalucía es de izquierdas y recuperar su voto (su cariño)n se puede y se debe hacer, también, desde la oposición. No hay recetas mágicas, cierto, pero se puede conseguir. Los socialistas ganaron las elecciones, PP quedó segundo y Ciudadanos, tercero, con Vox a la cola. Pacto de perdedores, según las tesis sostenidas por Pablo Casado, cuando quiso convertir en ley que gobernase la formación más votada. Sin los 12 votos de Vox Moreno Bonilla no serápresidente. Pues, eso.