Aquí nos gusta mucho el terraceo, está claro. Llueva o truene ahí estamos. El Ayuntamiento, lógicamente, aprovecha y hace caja, o cajita, alquilando las terrazas para privatizar lo nuestro. Qué se yo, un banco de calle Cervantes, en La Malagueta, dentro de la terraza aislada del Bar Flor. Que sí, que el Flor tiene mucha solera y tal, pero en ese barrio no hay precisamente lugar para el esparcimiento.

No le ha costado nada a los vecinos tener un parque infantil€ y ahora tienen que darse con un canto en los dientes porque les han dejado un huequito del Hospital Noble. Es lamentable. Ya lo hemos hablado tú y yo más de una y dos veces. Como Sánchez Pastor, perfecto para practicar el slalom.

Estos días de Navidad pasaba por calle Granada y casi me caigo de espaldas a la altura de la Plaza de Jesús Castellanos. Dos restaurantes nuevos que se suman al clásico patatero para invadir un rincón hasta hace no mucho casi expedito.

Ay, Jesús. Qué han hecho con tu plaza. Es imposible dar un paso sin pedir permiso. Están vomitando mesas a su caer y aquí no pasa nada. De vez en cuando en el Parque se ponen dignos y quitan tres o cuatro mesas. Y nada.

Málaga sigue creciendo en su afán por ser un escenario sin vida, con figurantes que pasan y no quedan. Que no aportan. Una cuenta, una propina y a por otra. One stand night. Jesús, qué pena de sitio, con lo que era aquello, tranquilidad y arte.

Ya nada.

@fjcristofol