Ryan Boatright es un jugador eléctrico, de ataque, de anotar puntos, un jugador que idolatra a Allen Iverson desde que era un niño. Su madre Tanesha recuerda su habitación con una pelota, el VHS de «Allen Iverson: La respuesta», y noches enteras viendo la película e intentando imitar sus movimientos con la pelota. De hecho, a día de hoy, la foto de «The Answer» es su foto de perfil en su cuenta de Instagram. No parece que su juego se parezca mucho al de Alberto, el jugador al que como recuerda Luis Casimiro viene a sustituir «no hay cambios de roles». La incompatibilidad parece como el agua y el aceite pero no conviene olvidar que Boatright ya hizo, cuando su equipo lo necesitaba, una labor defensiva muy destacada a favor de su equipo.

La Final Four de la NCAA de 2014 la disputaron los favoritos: Florida y Kentucky. Wisconsin que aparecía en algunas apuestas y Connecticut, la universidad que el año anterior había sido sancionada sin jugar el torneo y con la que quien nadie contaba. Nadie, salvo su entrenador Kevin Ollie y su backcourt titular formado por Napier y Boatright. UConn ganó el título entre otras cosas por el sacrificio defensivo de Boatright. En las semifinales secó a la gran estrella de Florida, Scottie Wilbekin, y en la final ante Kentucky a los Harrison, Aaron y Andrew. El jugador de Aurora nunca lo ha tenido fácil y siempre ha dado el máximo para salir adelante en cualquier circunstancia. Esa es la garantía de Casimiro.

Su madre, Tanesha, era una estrella local del atletismo pero a los 17 años se quedó embarazada de uno de sus entrenadores. Muchos le decían que era muy joven para ser madre, pero decidió dejar su carrera para tener al pequeño Ryan. La vida no fue fácil para la familia Boatright. Un pequeño sueldo y tres niños más que llegarían después, Michael, Dasia y De'Ahjah. El pequeño Ryan comenzó a destacar desde muy pequeño y con 14 años se convirtió en el primer jugador en tener una beca deportiva con una universidad, antes de elegir su colegio de secundaria.

Ryan asistió a un campus donde se encontraba Tim Floyd, entonces entrenador de la USC, impresionado por el chico le ofreció una beca deportiva completa que la familia aceptó. Era un contrato verbal que sin embargo la universidad y la familia hicieron público de inmediato. Cuando Ryan llegó a la edad universitaria, Floyd ya no estaba en USC y el acuerdo quedó en nada.

Boatright eligió ir a UConn pero una investigación de la NCAA le dejó sin jugar los primeros 11 partidos de la temporada. El motivo, su madre había aceptado dinero de un amigo para comprar un billete de avión para acompañar a su hijo en la visita al campus de la universidad. El caso era tan escandaloso que hasta el «New York Times» se posicionó a favor del jugador y su madre y arremetió contra la abusiva política de la institución colegial. El segundo año no fue fácil tampoco. La NCAA excluía a UConn de su campeonato por irregularidades anteriores. El tercer año, cuando tocó la gloria con el título universitario, decidió aplazar su salto a la NBA, que le era favorable, para graduarse en Sociología. Era la deuda que tenía con su madre, que abandonó su carrera atlética y académica para tenerlo a él. Después no fue elegido en el draft y ha comenzado un peregrinar que le ha llevado a Málaga, donde hará todo lo posible y lo imposible por mantenerse. Suerte€