Un análisis de la realidad española y andaluza que se nos está escapando es señalar quién ha sido el verdadero triunfador, el auténtico dueño de los éxitos a los que, en política, estamos asistiendo: el motivacionismo.

Seguro que en algún momento de su vida se han encontrado con una imagen mandada por whatsapp, una taza, o un felpudo, en la que se encajaba una frase motivacional: «Si la vida te da limones, haz fruta escarchada», «Si lo crees, lo consigues». Víctimas del descreimiento, esos mensajes pasaban por nosotros como la luz del sol por un cristal, sin romperlo ni mancharlo, y continuábamos en nuestros afanes, comprobado que por mucho que lo deseáramos, no conseguíamos encontrar aparcamiento. Gran error: hubo quién sí creyó, y ahí están. Nuestro presidente Sánchez, de cuya historia reciente no se puede negar su perseverancia, confió en su sueño y ahí lo tienen, intentando que no se le note la cara de satisfactoria sorpresa, en esa carambola que supone obtener el peor resultado electoral del PSOE de toda la democracia y, sin embargo, alcanzar la presidencia del Gobierno en un visto y no visto en el que la mano es más rápida que el ojo. Nuestro futuro presidente andaluz, Moreno Bonilla, ha ganado lo que parecía improbable el 1 de diciembre pasado e imposible el día 2 a las diez y cuarto de la noche, cuando ya le estaban tomando medidas para un estuche encargado desde el mismo día en que se produjo la sucesión en la presidencia del PP. Tras ellos, y colgando de ellos, tantas historias de salvación providencial, de gol en el minuto 94, del sonido de la campana al punto del KO.

No nos riamos de nuestras madres cuando nos manden fotos de gatitos con el mensaje «Recuerda que no puedes fallar en ser tú mismo». Ellas, como siempre, nos señalan el camino.