Aquí casi todo el mundo se ha pasado de frenada. Y el latigazo en el cuello que puede producir pisar a fondo el freno puede hacernos el mismo daño que tener un accidente. Intento con ello explicar parte de la actualidad política, con la ya pactada investidura del nuevo presidente de la Junta el miércoles próximo, pero por un oído me entran los dibujos animados que está viendo mi hijo mayor en el salón (desde el lunes tengo un hijo mayor y otro menor, qué fuerte) y por el otro me sale el llanto de mi hijo pequeño intentando enganchar bien el pezón de su madre. Así que tiene cierto mérito que aún sea capaz de escribir la siguiente frase: la frivolidad de acelerar en el insulto calificando al otro por exceso ha terminado siendo nuestro mayor defecto.

Ho Chi Minh

Porque las cosas tienen consecuencias. En Podemos se tachaba de ser también la derecha al PSOE y, por tanto, sólo les quedaba ya calificar como auténticos fascistas al PP y a Ciudadanos. En el PSOE sumaban fuerzas con Podemos en etiquetar a Merkel (una lideresa a la que tratará bien la Historia) como el demonio neocom y culpable de la crisis, la capitalista más mala de la película social, y en dibujar a Rajoy como su inválido subalterno cuando andaba junto a esa alemana que acogió a un millón trescientos mil refugiados sirios haciendo el Camino de Santiago -el cortito-. Pero hoy ya hay gente en el PSOE que recuerda a Rajoy como un equivocado pero prudente gobernante, sobre todo cuando le comparan con su sucesor, Pablo Casado. Como también valoraban en los tiempos muertos de las tertulias, cuando no había cámaras ni micrófonos abiertos de por miedo (más que de por medio), lo bueno que era para este país que la extrema derecha siguiera acogida, junto al centro y de manera generosa, bajo el amplio paraguas del PP, lo que libraba a nuestra democracia de eslóganes populistas y viscerales como los que emiten los animales políticos que sí asomaban ya las dos patitas derechas que tienen cada uno de ellos, en el resto de Europa y del mundo.

Cerito sersuá

Los nacionalistas, por su parte, hace tiempo que llaman facha a todo lo que huele a español, incluso a alguno que se ponga Ho Chi Minh de nombre en el carné de identidad. La tinta amarilla indepe que ha ido emborronando los colores blaugrana del escudo del Barça también ha encabronado mucho, por ejemplo, a una parte importante del personal que ha terminado por creer que los jinetes de Vox son la solución definitiva y no los mismos buhoneros de siempre, aquellos que salían en las películas de cowboys con su carromato cargado de crecepelos que milagrosamente, declamaba el charlatán, empinaban también el «Hasta luego Lucas» hasta el punto de convertirlo de nuevo en un «Hola qué tal».

Y cierra España

Pero falta tanto sentido del humor, manca tanta finezza (aquello que narran las crónicas que respondió el entonces primer ministro italiano, Giulio Andreotti, en su primera visita a la incipiente España democrática: «Manca finezza»), que ahora el extremo izquierdo se está encargando, supongo que por interés electoral también, de señalar al jinete de Vox, el político Santiago Abascal y cierra España y de paso cierra Canal Sur y la Sexta y tal, como al jinete del Apocalipsis. Terminarán convirtiendo al buhonero del western en el protagonista de Solo ante el peligro, cuando el peligro es él. No sería de extrañar que así, al final, pese a lo que pronostique el manoseado nuevo CIS, sean bastantes más de 400.000 votantes los que terminen haciendo el camino de Santiago en las próximas elecciones, y no el del apóstol.

Mi fuerza

Mientras tanto Susana Díaz, cada vez más transparente en su vocación latina de hacer política de culebrón (como ha puesto en evidencia con su gesto de colgar en las redes sociales la simpática imagen de su niño vestido de superhéroe con el subtítulo de «Mi fuerza»), continúa en su empeño de acercar al PSOE andaluz al precipicio al que le aboca su caduco fulgor de haber sido siempre, no más, que fuego de artificio. O renovación o muerte. Vencerá.

A trabajar

Casi con toda seguridad, el miércoles empezará a caminar un nuevo gobierno en Andalucía. Para quienes por primera vez no están en él en casi cuatro décadas es un gobierno de perdedores. Cuando ganó el PP de Arenas en 2012, pero volvieron a gobernar en coalición los de siempre en Andalucía (los casi de siempre en Castilla León, en cambio, son ahora allí los del PP), ninguno dijo que era un gobierno de perdedores, sino la representación mayoritaria de los electores que en una democracia representativa como la nuestra debe legítimamente gobernar. Pues sea en ambos casos.

Y quién dijo miedo. Yo acabo de tener un hijo a mis 54 años y no soy ningún loco irresponsable. Tampoco soy el Cándido de Voltaire. A los extremos en democracia se les reconoce por la fuerza de las urnas, pero luego se les desactiva de la misma manera. Así que a trabajar mejor y a convencer más... Porque hoy es sábado.