En la jerga tradicional de la lucha de clases son sindicatos amarillos los que de un modo u otro hacen el juego a la patronal. El amarillismo se contrapone al color rojo de los sindicatos de clase, aunque hay grados. Por ejemplo, cierta transversalidad en la militancia que tire a interclasista tira a la vez a amarillo. Hoy los colores se han descolorido, pero queda la inercia, y el tic. Los chalecos amarillos nacen ya con ese vicio cromático de fábrica, a los ojos de la izquierda tradicionalista. Hace siglo y pico se hablaba del peligro amarillo, en relación con el crecimiento y expansividad de los chinos. Cuando los chinos se volvieron rojos, con Mao, quedaron englobados en el peligro rojo, pero ahora, que se han decolorado también, vuelven a parecer amarillos, rompiendo el mercado de trabajo con sus productos manufacturados (dumping social). Asi que estos semáforos aún funcionan.