Casi al mismo tiempo en el que pedía tiempo para poder llevar a cabo su programa reformista, decía que habrá limitación de mandatos. Moreno Bonilla. Fuera, a las puertas del Parlamento, los socialistas alentaban y protagonizaban una manifa multitudinaria con un motivo loable («No nos toquen los derechos») pero con una oportunidad más que cuestionable. La tal manifestación evoca un escrache, un mal perder, una protesta por salir del poder. Dentro, no tal vez, como dijera Cervantes de la batalla de Lepanto, «la más alta ocasión que vieron los siglos», pero sí un momento histórico y un inédito relevo, alternancia, la más alta concentración de mujeres y hombres con poder que imaginarse pueda. Alcaldes, concejales, parlamentarios, asesores, figuras del periodismo, consejeros in pectore, consejeros a la funerala, dirigentes empresariales, sindicales y sociales. El enviado de Le Monde, un torero, gaiteros y bedeles. Figuras de la cultura, paseantes en corte. De esa corte sevillana con gentes endomingadas o engominada procedentes de la Andalucía toda; la pomada en pleno. Canal Sur no se dio por aludido y relegó a un canal secundario, o terciario, el discurso de investidura de Bonilla, primer presidente no socialista, primer presidente malagueño.

A Bonilla lo aplaudía mucho su partido, lógicamente. Para eso están los parlamentarios, para aplaudir al jefe cuando habla e incluso aplaudirle cuando calla, aunque esté como ausente. Lo primero que le enseñan a un diputado es a aplaudir, a cuando aplaudir. Ya luego lo instruyen en para qué sirven los botones del escaño donde pone Sí y donde pone No. Los parlamentarios de la derecha naranja y de la derecha extrema no eran tan entusiastas. Caras como poemas («el informe caritas», que decía el socialista Perales) en las bancadas de la izquierda. El investido no hizo un debate de embestidura y trató de deslizarse por la elegancia y los buenos propósitos. La única unanimidad que generó fue al comienzo de su alocución: palabras de apoyo a la familia de Julen, el pequeño atrapado en un pozo en Totalán. Susana Díaz llevaba un atuendo como de cebra, no sabemos si para acentuar subliminalmente que se la juega entre leones que quieren merendársela. Se la ve un tanto desvalida en la sabana pero con ganas de llegar al bosque de las municipales, por ver si eso la refuerza o debilita a Sánchez o qué pasa. O por si las derechas se pelean y la legislatura es corta. A ver qué pasa.

A ver qué pasa no es mal programa electoral-vital-personal para alguien que aspira a seguir en el ajo en un contexto cambiante y propicio a las carambolas, como esa que hace que Sánchez gobierne con 84 diputados y Bonilla con 26. Ganar está sobrevalorado. El que será hoy presidente alertó sobre una desaceleración económica. Vaya por Dios. Ojalá no sea cenizo o bocacabra. Se merece un periodo de gracia y cortesía. Se le desea suerte y uno se declara expectante. Pechá de peña esperando cargos.