Ha muerto Eduardo Martín Toval a los 76 años, abatido por un ataque al corazón en la Cala del Moral, cuando volvía de una manifestación, cuando regresaba de manifestar con contundencia y sin complejos sus ideas acerca de la necesidad de estar alerta ante la involución de derechos sociales. Defendiendo la causa de las mujeres, que es la causa de todos.

Ha muerto un histórico, que estaba en plena forma dialéctica y política, humana y personal. No hay nada más que leer la entrevista, la última que concedió en su vida, que le hizo Matías Stuber para este periódico hace unos días. Toval era simpático pero contundente, amable pero con carácter, amigo de sus amigos y respetuoso, aunque bravo, con sus adversarios, que no enemigos.

Gozó de gran fama y relevancia mediática entre julio del 85 y mediados del 93, cuando ejerció como presidente y portavoz parlamentario del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. Todopoderoso grupo. Cuando lo sustituyeron necesitaron dos personas para hacerlo. Un presidente y un portavoz. El portavoz fue Solchaga, que encarnaba el giro del socialismo patrio hacia esa suerte de social liberalismo del que abominaban los dirigentes más izquierdistas. Del PSOE de Felipe y Guerra, del que fue gran amigo y cómplice político. Una de las cabezas visibles de eso que se dio en llamar guerrismo.

Toval emigró joven a Barcelona, destinado como inspector de trabajo. Allí militó en el PSC y llegó a su ejecutiva, consiguiendo también un acta de diputado en el Parlament. Martín Toval fue miembro de la Comisión Constitucional encargada de la redacción de la Constitución de 1978 y de la Comisión de Estatutos, interviniendo en los de Euskadi y Cataluña.

En el 95 fue designado candidato a la alcaldía de Málaga. La batalla de Málaga, la llamaron los medios nacionales, atraidos por la gran talla política o mediática de los contendientes: Antonio Romero (IU), Celia Villalobos (PP) y el propio Toval. Romero y Villalobos se hallaban en la cima de la celebridad, por mor de las tertulias televisivas la segunda y a causa de su trabajo en el Congreso y facilidad para hacer titulares el primero. Ganó la izquierda. Mayoría relativa, derrota absoluta. Gobernó Celia. PSOE e IU no se pusieron de acuerdo. Romero sacó más votos que Toval pero Felipe González se negó a que el dirigente comunista (que lo zahería a cuenta de los Gal) fuese el primer edil de la ciudad. La izquierda no se recuperó nunca. La malagueña. En el año 99 a Toval le montaron unas primarias y las perdió. Frente a Francisco Oliva, que fue portavoz municipal a partir de ese año. Tras eso marchó a Marruecos, a un puesto mitad diplomático mitad acorde a su profesión. Volvió luego a Málaga. A la Cala, donde ocupaba su tiempo, según propia confesión, paseando, fumando, tomando café y pensando. Escribiendo incluso. Una suerte de recuerdos o memorias que no sabemos si verán la luz.

Eduardo Martín Toval se ofreció en varias ocasiones a los dirigentes locales y provinciales de su partido. Alejado ya de toda vanidad o pretensión de cargo o canonjía, deseaba participar, aportar experiencias, dar consejos. Ni caso. Se casó dos veces y tuvo tres hijos. Escribió una guía jurídica para trabajadores. Pedro Sánchez lamentó su muerte en Twitter. Era un político gigante sobre todo si se compara con alguno de la actualidad. Sus más acendrados enemigos le reconocen su valía humana y profesional. Que no es poco. Urge un homenaje. Un reconocimiento. De los suyos, incluso.