Un martes por la mañana cualquiera, Andalucía. Tú y yo estamos en nuestro puesto de trabajo, con la radio puesta a ver si nos enteramos de qué pasa en la toma de posesión de Juanma Moreno. Sacamos, de vez en cuando, esa cualidad de goleore (oledores, para los exógenos) y merodeamos por Twitter a meter las narices. El directo de Newtral en primer plano. Ruido. Hay mucho ruido.

Un martes por la mañana hay cientos de personas en la puerta del Hospital de las Cinco Llagas. Mujeres y hombres quejándose por el cambio de gobierno. La orquesta socialista feminista brama a la nada. Aquellos que durante más de 13.000 días han estado presidiendo y decidiendo de puertas para dentro, el martes se manifestaban contra medidas que no se han tomado, decisiones no existentes... Un escrache preventivo.

Tenemos mucho paro, sí. Y eso no es motivo de broma. Por eso es más llamativo observar como un laborable después de las vacaciones de Navidad se convierte en un día libre. O quizá es que la jornada laboral se transformaba en jornada de manifa. Manifestaciones profesionales. Fichar, autobús, cafelito, pancartas, menú del día, autobús, bocata y fichar. Como las excursiones de colegio. No me puedo quedar con el 75% de las personas que se manifestaban ayer en Sevilla. En todo caso me quedo con las mujeres que se manifestaban ayer por la tarde en la plaza de la Constitución. Las que hacen de su capa un sayo y no manifestarse profesionalmente. Las calles serán siempre de todos los que queramos reivindicar nuestros asuntos, por supuesto, pero profesionalizar la calle, hacer la calle, es abyecto y ridículo.