No es lo mismo vivir entre la verdad y la mentira que entre la fantasía y la realidad. Entre la fantasía y la realidad hemos vivido siempre porque somos hijos de ellas, aunque no sabríamos decir quién es el padre y quién la madre, en el caso de que no sean dos madres. Venimos de ahí, de esa curiosa mezcla entre lo que soñamos y lo que nos asalta al abrir los ojos. Con frecuencia, la realidad es la costilla de Adán del sueño y al revés. Lo tangible y lo intangible se combinan en cada uno de nosotros como el cuerpo se mezcla con la mente. Del cuerpo sabemos poco y de la mente menos, quizá porque pretendemos estudiarlos por separado. Pero no íbamos a eso, íbamos a lo otro.