'Descalabro de las izquierdas, por José Becerra

Primero fue la hecatombe producida en Andalucía: mordieron el polvo Susana Díaz y los suyos ante las huestes del centro-derecha que inauguran nuevo tiempos en la región, no exentos de problemas, bien es cierto, pero que importa darles un voto de confianza para el el más inmediato futuro. Sin apenas transición, las luchas internas de Podemos, más arriba del mapa andaluz, acaban de alumbrar enconadas diferencias de sus cabezas más visibles: Íñigo Errejón, en un quiebro impensable hasta ahora, se alía en Madrid con Manuela Carmena para los comicios que están al caer. Se hace patente así su ruptura con Pablo Iglesias e inicia su caminar independiente de Podemos y su jerarca indiscutible. Algo que nos retrotrae a la izquierda cainita española, siempre atenta al zarpazo entre sus oponentes, y que, de paso, muestra la fragilidad de un partido y su inesperada decadencia, hoy observable, precisamente coincidiendo con el auge de otro de extrema derecha, que viene, al parecer, pisando fuerte. Lo que no deja de ser sorprendente por lo novedoso en el panorama de la política de aquí y ahora.

Con la ruptura entre ambos líderes se evidencia si no la ruptura definitiva entre ellos, que también, la debacle que se vaticina para el partido morado, de quienes han seguido su trayectoria desde Vistalegre II hasta ahora. Cuando empezó su andadura nadie pronosticaba que sus días de apogeo tocaran a un debilitamiento pertinaz como el que ahora se acaba de hacer ostensible transcurridos solo cinco años de su andadura. Precisamente cuando un partido visceralmente opuesto como es el que preside Santiago Abascal consigue altas cotas de adeptos. Basculó la balanza de arriba abajo para la izquierda y al contrario para la derecha, como acabamos de ver. Paradojas de la política que no dejan de sorprender a quienes escudriñan sus derroteros.

¿Es un epitafio para Podemos la tocata y fuga de Errejón? Si no lo es, mucho se le parece. Ocurre este evento al mismo tiempo que se produce la derrota apoteósica del PSOE en Andalucía, auspiciada en parte por el ascenso de la derecha al poder. Se origina una conmoción que no deja de ser sorprendente: los andaluces hemos visto caer un régimen que para quienes cuentan no más allá de cuatro décadas de sus vidas ha sido en único conocido en nuestra tierra. Paralelo a este evento presenciamos, si no la agonía de Podemos, sí su postración más que evidente. La espantá de Errejón confirma la desunión con Iglesias, algo que mucho nos tememos que obre en detrimento de la continuidad del partido, por lo menos con la potencia que había venido ostentado, una vez superados sus cinco años de existencia.

Lo que se barrunta es que el nuevo escenario que ahora emerge motivado por la lasitud de Podemos conceda nuevas y renovadas ínfulas a Izquierda Unida hasta ahora sometida para subsistir a los designios de Iglesias y los suyos. De consumarse la fractura y el decaimiento de la formación de Iglesias no sería raro que Alberto Garzón reuniera fuerzas para llevar a buen término su proyecto propio hasta ahorro arrinconado por mor de las circunstancias adversas hasta el momento, que le obligaron a arrimarse, que quieras que no, a otras mesnadas de izquierda entonces en ascenso vertiginoso.Las mismas que ahora se encuentran en claro declive.