'Hundimiento del toreo', por Julio Lozano Ramos

Un diario madrileño ha contribuido eficazmente a acelerar el hundimiento del toreo. Acaba de publicar la defensa que de él hace Victorino Martín, ganadero y presidente de la ‘Fundación del Toro de Lidia’. Su arcaico extremismo sólo le permite enfrentarse con el extremismo contrario y no menos absurdo de intentar respetar toda vida, comparable a la secta hindú cuyos fieles barrían antes el suelo que iban a pisar para no aplastar ni a una hormiga. Fanático contra fanáticos, Victorino puede así afirmar que ese «poner en pie de igualdad a hombres y animales», ese «animalismo supondría una hecatombe cultural, económica y ecológica».

No hace falta analizar su larguísima serie de exageraciones, sofismas e incluso falsedades, cantidad con la que intenta en vano ocultar su falta de calidad. Baste citar su afirmación de que en la plaza el toro muere «rodeado de respeto y admiración», sentimientos muy distintos de los que tengo hacia ese ganadero, al que tampoco quiero torturar ni matar, como él al toro, a pesar de que me repugne su sangriento negocio.