Pedro Sánchez baraja convocar elecciones. Y aquí estamos todos, barajando qué baraja su mente y barajando fechas. Baraja que te baraja. Tal vez el 14 de abril, día de la República, un cachondo el Sánchez. Zapatero convocó una vez un veinte de noviembre. Esas fechas tienen mucho simbolismo. Sobre todo si tienes noventa años o eres historiador. Pero, es verdad, siguen en el imaginario popular o mediático, Sánchez, en fin, está llamando subliminal o descaradamente a un Frente Popular, o sea a la unidad de la izquierda. Ojo que también es Domingo de Ramos. Tampoco se descarta un superdomingo, con las municipales; un 28 de abril o el otoño. La fecha se escogerá tras la votación de los Presupuestos.

Las derechas no están unidas pero caminan juntas, posan pero no posan, barajan posar, barajan fotografiarse pero con disimulo. Rivera le dio ayer una entrevista a Ana Rosa y en ella, o al menos en los cinco minutos que yo vi, se definió tres veces como liberal. No está mal para un país donde los experimentos, partidos o siglas liberales han fracasado. Algunos opinan que es socialliberal y otros estiman que es facholiberal. O sea, que también barajan etiquetas para él. Los fabricantes de naipes se van a hacer de oro. El rey de oros sería un buen mote para un fabricante de naipes, cartas, baraja española, cuántas tardes jugando a las siete y media o al cinquillo, con garbanzos a modo de monedas y, en mi caso, con una tía abuela cocinando empanadillas rellenas de atún, tomate (y huevo duro picado) que estaban deliciosas. Nadie barajaba irse y al final, ella, daba por concluida la tarde que ya se había permutado en velada, todos hartos de jugar, barajar, comer y charlar, siete u ocho niños a los menos gritando no queremos irnos. Sánchez no quiere irse del poder y eso se lo recrimina la derecha, que no entiende el hecho de que alguien no quiera dejarles el sitio. Se barajan más manifestaciones y los fabricantes de banderas hacen su febrero. A lo mejor vamos a las urnas dos veces en un santiamén o periquete.

De fondo está el juicio a los golpistas y el asunto de los presupuestos, que saldrán a colación esta semana en el Congreso. Con independencia de lo que el Gobierno piense hacer, que debería ser no dar la independencia a nadie, yo creo que ganaría mucho apoyo y se metería en menos líos si Carmen Calvo no hablara, lo cual es barajar una hipótesis poco probable. Está desatada.