'El hombre de las almendras', por Bartolomé Florido

He leído hoy en la prensa que don Pedro Hernández ha fallecido. Él ha sido emblema de Málaga durante muchos años habiendo sido el vendedor de almendras fritas rebozadas en sal en cartuchitos cónicos de papel que él llevaba en su canasta, vistiendo indumentaria blanca con gorro de heladero en la esquina de calle Granada con plaza de la Constitución y voceando: «¡Ay, Ay Ay qué ricas están!». Algo se ha muerto en el alma de la población con su defunción. Que el Señor Creador lo acoja en su gloria. Mi mujer, hijos y yo hemos disfrutado su oferta inigualable, que él entregaba con la pulcritud de un maitre de hotel, muchas veces a lo largo de los años porque yo sentía simpatía por su oficio que era el de mi abuela la ‘Melona’, quien vendía ambulantemente con dulzura y amabilidad con su kiosquito móvil en calle Zamorano. Sugiero con la presente que el alcalde le brinde un busto puesto en esa esquina. Seguro que todos apoyarán esta atención póstuma.